“Puesto que la acusada pisoteó sin piedad la dignidad y el honor como ser humano de la víctima, resulta razonable separar a la acusada de la sociedad por tiempo indefinido”, expuso el tribunal en su veredicto, según informó la agencia Yonhap.
La pequeña, de nombre Jung-in, fue adoptada en febrero del año pasado y murió en octubre a causa de unas graves lesiones abdominales y hemorragias internas causadas por el uso de una “fuerza excesiva” por parte de un agresor, según la autopsia.
El terrible caso de Jung-in conmocionó a la sociedad surcoreana y puso en el punto de mira a los servicios sociales y a la Policía del país asiático, que no respondió pese a recibir tres informes sobre sospechas de abusos en un lapso de apenas cinco meses.
Miles de personas han firmado peticiones online pidiendo una dura condena para Jang y hoy, a la salida de los juzgados, decenas de ciudadanos protestaban por el veredicto y reclamaban que se aplicara a Jang la pena de muerte.
En las últimas dos décadas los tribunales surcoreanos rara vez han solicitado la pena de muerte, y solo han fallado a favor de la pena máxima -para la cual el país mantiene una moratoria no oficial desde finales de los 90 – en casos de asesinatos múltiples.