La oposición pide regularmente a la comunidad internacional, paralizada por sus divisiones, reaccionar para impedir que Al Asad continúe su represión contra la revuelta, que, poco a poco, se transformó en oposición armada.
Reclama una “zona de exclusión aérea” similar a la instaurada durante la revuelta en Libia en el 2011 o la entrega de armas a los rebeldes del Ejército Sirio Libre.
Estos últimos meses, varios informes reflejaron la llegada a Siria, a través de Turquía, de numerosos yihadistas, pero combatientes y expertos afirmaron que Al Qaeda no estaba presente como fuerza organizada.
“El principal objetivo es parar el derramamiento de sangre en Alepo. Si ni Occidente, ni los árabes nos ayudan, pediremos a Al Qaeda detener este baño de sangre”, declara Bara al Halabi, un militante de Alepo que aseguró que este tipo de alianza solo puede ser provisional.
Decenas de muertos
Los países musulmanes suspendieron a Siria de la Organización de la Conferencia Islámica para aislar simbólicamente al régimen de Al Asad, mientras la violencia no cesa, causa la salida de refugiados y deja miles de muertos en Alepo.