El rito del Jueves Santo representa el lavado de pies que Jesús hizo a sus apóstoles antes de ser crucificado y se considera un gesto de servicio. Francisco contrastó el gesto con el “gesto de destrucción” perpetrado por los agresores de Bruselas.
“Tenemos diferentes culturas y religiones, pero somos hermanos y queremos vivir en paz”, dijo Francisco en la homilía, que celebró de forma improvisada en el patio del centro.
Varios de los migrantes sollozaron cuando Francisco se arrodilló ante ellos, bañó sus pies con agua bendita de un jarro de latón, los secó y besó.
Francisco fue recibido con un cartel que decía “Bienvenido” en una gran variedad de idiomas mientras caminaba por un pasillo improvisado para celebrar la misa al exterior. Pero sólo una fracción de las 892 personas en busca de asilo que viven en el albergue asistieron y muchos de los asientos quedaron vacíos. Aunque al finalizar la misa, Francisco saludó a cada refugiado, uno por uno, posó para tomarse fotos y recibió notas.
Durante mucho tiempo las reglas del Vaticano determinaron que sólo hombres podían participar en el ritual y los últimos papas y muchos sacerdotes lavaban los pies de 12 hombres católicos, que representaban a los 12 apóstoles de Jesús y cimentaban aún más la doctrina del sacerdocio exclusivamente masculino.
Tras años de violar las reglas, en enero Francisco las cambió para permitir explícitamente la participación de mujeres y niñas.
El Vaticano dijo el jueves que participarían cuatro mujeres y ocho hombres: una mujer católica de Italia que trabaja en el centro, tres mujeres cristianas coptas de Eritrea, cuatro hombres católicos de Nigeria, tres hombres musulmanes de Mali, Siria y Pakistán y un hombre hindú de India.
Lavado de pies
El Papa recordó a los sacerdotes que son “testigos y ministros de la misericordia” y que esta “misericordia restaura todo y devuelve a las personas a su dignidad original”, en este Jueves Santo que se celebra en el marco del Año Santo Extraordinario de la Misericordia.
La celebración del Jueves Santo continuará esta tarde, cuando el papa Francisco acuda a un centro de acogida situado a las afueras de Roma para celebrar la misa que rememora la Última Cena y lavar los pies a doce refugiados.