No hay ninguna de las actitudes antirrusas de las que escucha hablar en Europa, no ha visto ni baches ni personas sintecho como los que vio en Los Ángeles y no tiene que preocuparse de que lo recluten para combatir en Ucrania aunque su agencia de publicidad obtenga grandes utilidades en Rusia.
“Hay mucha mayor libertad en Dubái… en todos sentidos”, nos comentó, luciendo una playera de diseñador con intrincadas rasgaduras, en un café que acaba de abrir en la ciudad, donde ahora sus hijos asisten a una escuela británica. “Somos independientes de Rusia”, aseveró. “Esto es muy importante”.
A un año de una tremenda ofensiva de sanciones económicas contra Rusia por la invasión a Ucrania, los millonarios rusos siguen siendo muy acaudalados. Además, en Dubái, la ciudad más grande de los Emiratos Árabes Unidos, han encontrado un lugar seguro en tiempos de guerra.
En medio de las vías peatonales del paseo marítimo de la ciudad, de los suntuosos centros comerciales y de las calles cerradas suburbanas, el idioma ruso se está convirtiendo en una lengua franca. Los oligarcas socializan en exclusivos centros turísticos, los restauranteros de Moscú y San Petersburgo se apresuran a abrir sus locales ahí. Los empresarios como Tutkov manejan sus empresas rusas desde Dubái… y abren otras nuevas.
La nueva diáspora de rusos en Dubái abarca toda una gama que incluye a los multimillonarios que han sido castigados con sanciones y a trabajadores tecnológicos de clase media que huyeron del reclutamiento iniciado por el presidente Vladimir Putin. Pero, hasta cierto punto, comparten las mismas razones para estar en los Emiratos Árabes Unidos: este país ha mantenido sus vuelos directos a Rusia, se ha mantenido neutral en la guerra de Ucrania y, según dicen, no manifiesta la misma hostilidad contra los rusos que ellos perciben en Europa.
“¿Por qué las empresas de algunas partes no son amigables con uno?”, preguntó Tamara Bigaeva, quien hace poco abrió una clínica de belleza rusa de dos pisos que ya está recibiendo a sus antiguos clientes. “Es evidente que en Europa no quieren vernos”.
Según las entrevistas realizadas a los rusos que se han establecido ahí, de hecho el mayor atractivo de Dubái es ser apolítico. A diferencia de Europa occidental, no hay banderas ucranianas que ondean en público ni mítines de solidaridad. La guerra, como tal, parece muy lejana. Además, lo más probable es que, de todas maneras, cualquiera que albergue sentimientos antirrusos en Dubái los oculte; en realidad, las manifestaciones en la autoritaria monarquía de los Emiratos Árabes Unidos son ilegales y la libertad de reunión está muy limitada.
La presencia de millonarios rusos en Dubái en un momento en el que en gran medida han sido marginados de Occidente muestra el modo en que Putin ha logrado conservar el contrato social que es tan indispensable para su apoyo dentro del país: quienes están cerca del poder pueden amasar enormes fortunas a cambio de su lealtad.
De hecho, la politóloga Ekaterina Schulmann señaló que Putin ha estado dándoles señales a los empresarios de que está dispuesto a seguir quitando los obstáculos para su enriquecimiento. Por ejemplo, una ley reciente exime a los legisladores de tener que hacer públicos sus ingresos y sus bienes.
“Sí, han quedado aislados del primer mundo, pero las cosas no empeorarán para ustedes”, comentó Schulmann al hablar de cómo ve Putin el nuevo contrato con la élite. “En primer lugar, hay muchos otros países que son nuestros amigos. En segundo, tendrán muchísimas oportunidades de enriquecerse aún más y ya no serán enjuiciados por actos de corrupción”.
Putin ha estado pidiéndoles públicamente a las élites del jet set ruso que reorienten su vida y sus inversiones dentro de Rusia. Pero los ricos que se han ido a vivir a Dubái tienen otras ideas.
“Para todos nosotros, esta es una isla que ofrece seguridad durante un cierto tiempo”, señaló Anatoly Kamenskikh, un vendedor de bienes raíces ruso que presume que el año pasado su equipo vendió 300 millones de dólares en propiedades dentro de Dubái… la mayoría de ellas a ciudadanos rusos. “Todos están tratando de dejar su patrimonio en algún lugar”.
El desarrollador de bienes raíces de Kamenskikh, Sobha Realty, festejó el auge de esta industria que los rusos han impulsado en Dubái instalando una catedral de San Basilio en miniatura y nieve artificial afuera de su oficina de ventas. Una sección de la isla artificial llamada Palm Jumeirah está llena de restaurantes y centros nocturnos rusos, uno de los cuales estaba repleto un miércoles reciente en la noche mientras los clientes pedían botellas de champaña Dom Pérignon a un costo de 1200 dólares que los meseros les llevaban bailando con luces de bengala.
Cuando un cliente borracho gritó: “¡Que viva Ucrania!”, los porteros lo echaron rápidamente del local.
“Parece como si tuvieran la cabeza metida en la arena”, dijo Dmytro Kotelenets, un productor de entretenimiento ucraniano que se mudó a Dubái con su familia, acerca de los rusos que andaban por ahí. “O no quieren darse cuenta de lo que está sucediendo entre Rusia y Ucrania o creen que no ha cambiado nada”.
En su discurso del mes pasado acerca del estado de la nación, Putin pidió a los millonarios que apoyaran “a su patria” y que llevaran sus recursos financieros a ese país, en vez de ver a Rusia como “una simple fuente de ingresos” desde el extranjero.
De hecho, muchos millonarios rusos están trasladando su vida a los Emiratos Árabes Unidos, los cuales —al igual que el resto de Medio Oriente— se han negado a sumarse a las sanciones de Occidente contra Moscú.
“Estoy en Dubái y aquí me relajo”, dice la letra de la canción que, según Apple Music, es la número uno en Rusia. “Sí, soy rico y es la verdad”.
Los Emiratos Árabes Unidos tienen una población de aproximadamente diez millones de habitantes, de los cuales solo un millón son ciudadanos emiratíes. Los demás son expatriados, entre ellos millones de indios y pakistaníes, así como un menor número de europeos y estadounidenses.
Un análisis de The New York Times de los registros de vuelos durante la primavera pasada reveló que, en las semanas después de la invasión, la cual empezó el 24 de febrero de 2022, los EAU se convirtieron en el destino más popular de vuelos privados fuera de Rusia. Desde entonces, no hay duda de que el atractivo del país no ha hecho más que aumentar.
Las estadísticas del gobierno ruso muestran que los rusos tomaron 1,2 millones de vuelos a los EAU en 2022, en comparación con un millón en 2019, el año previo a la pandemia. Muchos de esos visitantes echaron raíces: de acuerdo con Betterhomes, una empresa bursátil de Dubái, en 2022, los rusos estuvieron a la cabeza, por nacionalidad, de los compradores de inmuebles en Dubái que no era residentes.
En primer lugar, están los potentados. Andrey Melnichenko, un multimillonario de la industria del carbón y los fertilizantes, se mudó a los EAU el año pasado luego de que las sanciones lo obligaron a salir de su antigua residencia en Suiza. El mes pasado, en el silencioso vestíbulo de un exclusivo centro vacacional, otro empresario ruso sancionado comentó que estaba ahí para asistir a una fiesta de cumpleaños.
Los funcionarios rusos y sus familias también van de visita, aunque tratan de no llamar la atención a su presencia… y por una buena razón: en Vólogda, una región al noroeste de Rusia, el partido Rusia Unida, defensor del Kremlin, expulsó a dos legisladores locales después de que aparecieron en Dubái en sus redes sociales. Los periodistas rusos que analizaron sus publicaciones informaron que uno de ellos estaba vacacionando con Ksenia Shoigú, la hija del ministro de Defensa ruso.
La élite convive en Angel Cakes, la cafetería amigable con Instagram que Tutkov, el empresario de la industria de la publicidad, abrió en una isla artificial llamada Bluewaters debajo de la rueda de la fortuna más alta del mundo. Un cliente frecuente de la cafetería, el expresidente de una importante compañía rusa, comentó en broma “Dubái se está convirtiendo en una parte de Rusia fuera de Rusia”.
Tutkov califica de “ilusión” la idea de que las sanciones hayan arruinado la economía rusa. Según él, su agencia de publicidad estaba tenido más utilidades conforme las empresas compiten por llenar el vacío dejado por las corporaciones occidentales que se retiraron de Rusia. Uno de sus clientes es Haier, un fabricante chino de enseres domésticos que está tratando de incursionar en un mercado en el que habían predominado marcas más establecidas.
También quedó demostrado que las sanciones al sistema financiero no fueron ningún obstáculo. El verano pasado, el rublo alcanzó su nivel más alto contra el dólar. Tutkov comentó que él aprovechó el tipo de cambio usando bancos rusos que no habían sido objeto de sanciones para llevar a Dubái algunas de las utilidades de su agencia de publicidad.
“Estuvimos cambiando a dólares y transfiriéndolos para acá. Estábamos teniendo ganancias descomunales, ¿comprenden? Y todos estábamos haciendo lo mismo”, aseveró.
Las autoridades emiratíes afirman que sus bancos siguen todas las reglas relacionadas con las sanciones de Estados Unidos. De hecho, muchos emigrados rusos afirman que algo de lo más difícil de mudarse a Dubái es abrir una cuenta bancaria, y las esperas de meses se las atribuyen a los requisitos de cumplimiento tan estrictos que ponen los bancos.
“Hay muchos rusos que no han recibido sanciones y a quienes les interesa tener refugios más seguros”, el año pasado les dijo a los reporteros Anwar Gargash, un asesor diplomático del presidente de los EAU.
Entre quienes encontraron un refugio en Dubái el año pasado está la estrella del pop ruso Daria Zoteyeva, la cantante del éxito número uno en Rusia en la actualidad. Ella está viviendo ahora en un desarrollo residencial de lujo aún sin terminar ubicado en el desierto. En la noche, un espectáculo de luces brilla a la distancia en el rascacielos más alto del mundo, el Burj Khalifa.
Zoteyeva nos comentó, sentada en una banca a la orilla de la carretera, que para crear música “hay que estar de buen humor”. Dubái, continuó, es un “lugar soleado” donde la guerra “no nos afecta”. Zoteyeva se niega a pronunciarse sobre la guerra, a la cual se refiere como “toda esta situación”.
“Es para no desprenderme de mi público y ganar dinero”, explicó para justificar su mutismo. “Porque se trata de mucho dinero, de muchísimo dinero”.