Vehículos blindados y camiones de la Policía patrullaban en la zona de la mina de platino de Marikana (noroeste), mientras un helicóptero volaba en círculo sobre el lugar en el que las fuerzas del orden público le dispararon a cientos de trabajadores el jueves.
Frente al hospital, se instaló una casa rodante, con el fin de brindar información sobre los 34 muertos y 78 heridos. Las encargados de la seguridad del hospital impedían que entrasen periodistas, explicando que había que respetar la privacidad de las familias.
Se abrieron dos investigaciones separadas, además de la que viene realizando la policía, que detuvo a 259 personas el jueves. Así, expertos forenses de la policía se hallaban en el lugar de los hechos por tercer día consecutivo.
“Hay varias investigaciones y muchos expertos involucrados, por lo cual esto tomará tiempo”, declaró a la AFP el portavoz policial Dennis Adriao. “Cooperaremos plenamente con todas las investigaciones sobre este (…) trágico acontecimiento”, agregó.
No se registraron actos de violencia desde que se difundieron las imágenes de la represión contra una multitud de mineros armados principalmente con machetes, lanzas y cachiporras.
El viernes, el presidente Jacob Zuma había abandonado súbitamente una cumbre regional en Mozambique para dirigirse al lugar del drama, y anunciar la creación de una comisión de investigación.
“El grupo de militantes cargó contra la Policía, disparando y blandiendo armas peligrosas”, sostuvo el viernes la jefa policial, Riah Phiyega, al dar cuenta de lo ocurrido el jueves.
Numerosas cadenas de televisión de varios países se encontraban cubriendo las negociaciones con los huelguistas cuando se inició la represión. Las imágenes muestran a los agentes abriendo fuego contra manifestantes, que caen en medio de una nube de polvo.
Phiyega mostró otros videos, en los que se ve a policías negociando con los mineros y recurriendo a cañones de agua y balas de goma para dispersarlos.
En cualquier caso, se trató de la intervención policial más sangrienta desde 1985, cuando la policía mató a 20 manifestantes negros que protestaban contra el régimen segregacionista del apartheid.
Las condiciones materiales de vida de los mineros experimentaron escasas mejoras desde la instauración de una democracia multirracial hace 18 años.
La huelga de Lonmin, que se inició hace más de una semana, ya había dejado diez muertos antes del jueves, en presuntos enfrentamientos entre dos gremios: el Sindicato de Mineros y Obreros de la Construcción (AMCU, radical) y el Sindicato Nacional de Mineros (NUM), un poderoso aliado del partido gobernante, el Congreso Nacional Africano (CNA).