DE MIS NOTAS

¿A quién le conviene la conflictividad?

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Como si fuesen correntías hidrológicas, la industria de la conflictividad tiene varias vertientes por donde desfogan todas sus cargas oscuras, sus cuantiosos intereses económico-políticos y las estrategias para adelantar sus agendas espurias.

Es como si la historia no hubiese terminado —como lo afirmó Fukuyama en aquella obra de los noventas—, porque utilizando el mismo ropaje ideológico de Marx y asociados, han logrado crear una industria muy rentable, mediante la coerción, el robo, el secuestro y la extorsión.

Toman carreteras y cobran peaje, invaden fincas, roban sus cosechas, matan a trabajadores, guardianes y policías con toda impunidad. Con violencia toman las instalaciones de empresas, especialmente hidroeléctricas, empresas mineras y agroindustriales, con “la excusa Pachamama”, mezclada con una narrativa de lucha de clases. Y tienen el descaro de victimizarse cuando alguno de ellos muere o es herido en los enredos posteriores. No tienen amigos. Tienen gente asustada que colabora por coerción o porque les pagan.

Y el sistema de justicia y seguridad, lamentable admitirlo, se lo permite porque lo han penetrado infiltrando sus alfiles, cooptando a jueces, magistrados, fiscales, comisarios y hasta ministros.

Más de 12 años de gobiernos “políticamente correctos” han creado una indolencia fatal para aplicar el poder coercitivo de la ley cuando se cometen delitos flagrantes. Los gobernantes se sienten temerosos de ser acusados de cometer “actos represivos” contra poblaciones “indefensas”. Por cierto, las mismas que no tienen ningún problema en colocar al frente de sus fechorías “manifestoides” a mujeres y niños.

Un caso paradigmático que agravó este síntoma de indolencia gubernamental fue lo acontecido en “Cumbre de Alaska”. Pocos se recuerdan que la carretera Interamericana fue bloqueada durante 12 horas. Todo occidente estaba paralizado. Fue el bloqueo de mayor duración en la historia de occidente.

Una turba siguió adelante contra el contingente militar con evidentes propósitos de violencia hasta que algunos soldados dispararon para defender sus vidas. Murieron 6 personas. Hubo testigos que nunca fueron escuchados. Hubo toda la victimización y el eco mediático característico de los oenegeros antimilitares que se nutren con toda esa cantaleta tan lucrativa para sus fines.

El coronel Chiroy y varios soldados fueron detenidos. Hoy, seis años y 30 audiencias después, todavía guardan prisión y aun no les abren juicio. Los responsables de secuestrar a los funcionarios y empresarios en un salón comunal y a los encapuchados que golpearon brutalmente a la mujer oficial del Ejército andan tan libres como gaviotas en basurero de puerto…

Todos lo sabemos… La creciente conflictividad es causada en su mayoría por activistas politiqueros radicales, exguerrilleros, sus proles descendientes y los tambores de resonancia enquistados en oenegés ambientalistas y de derechos humanos, y otros con títulos rimbombantes en defensa de todo menos del imperio de la ley.

Para mientras: “El impacto de la conflictividad ilegítima contra proyectos de generación de energía y expansión del sistema eléctrico ha costado al país Q6 mil 500 millones, según el estudio efectuado por la firma Central American Business Intelligence (CABI)”. /Prensa Libre 11/10/18

Para la industria de la conflictividad en estos momentos electoreros, el caos, la anarquía y la ingobernabilidad son sus mejores aliados. Buscan esa ventaja competitiva politiquera para explotarla con la libertad de accionar cualquiera de los delitos flagrantes arriba descritos —como el último, en Ixquisís, San Mateo Ixtatán, donde una turba invadió el predio de maquinaria del Proyecto Hidroeléctrico Energía y Renovación, y un trabajador de la empresa murió baleado por los bandoleros radicales.

Nada para estos malvados, toda la energía y enfoque dedicada para generar ingobernabilidad, impedir la inversión y crear pobreza. Jodidos estamos.

alfredkalt@gmail.com

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.