A CONTRALUZ
Actos hostiles
Al parecer, en el Ejecutivo se preparan para dar el jaque mate a Iván Velásquez, jefe de la Cicig. Para el pacto de corruptos nunca antes habían estado alineados todos los astros a su favor, por lo que pensarían que ya es tiempo de cosechar los frutos del clima de confrontación que han desatado en las últimas tres semanas. El ataque frontal contra el embajador de Suecia, Anders Kompass, es quizá el paso más audaz dado por el presidente Jimmy Morales y su camarilla porque esta acción constituye un acto hostil contra uno de los principales financistas de la comisión investigadora. No es solo el cambio de un embajador, es un rechazo claro a la política exterior de Suecia hacia Guatemala. Se sienten envalentonados, quieren demostrar fuerza y atacan. Por eso el mandatario no mide las consecuencias de sus movimientos absurdos porque ahora ha trascendido al exterior del país la forma burda en que trata de aplastar la lucha contra la corrupción.
No es una simple maniobra, sino una estrategia para retomar los órganos de control del Estado, la cual fue diseñada por el finado alcalde Álvaro Arzú y que ha sido retomada por la estructura de corrupción que rodea al presidente Morales. La movilización de los vendedores del mercado La Terminal fue parte de la comedia del “baño de multitudes” que requería el mandatario para vender la imagen de que tiene apoyo popular, aunque muchos de los asistentes denunciaron que fueron obligados a asistir. El gobernante les dijo que estuvieran preparados porque iban a ser convocados nuevamente, con lo que se traslucía la existencia de otras etapas del plan. Uno de esos pasos es deshacerse del procurador de los Derechos Humanos, Jordán Rodas, a quien no le perdona haber presentado el amparo en la Corte de Constitucionalidad (CC) que echó por tierra su decisión de declarar no grato al jefe de la Cicig. Por eso Jimmy Morales lo atacó en esa concentración.
El coro contra Jordán se amplió en el Congreso, donde un grupo de diputados, encabezado por Luis Hernández Azmitia, cocina la forma de destituir al magistrado de conciencia. Ese diputado pertenece a la bancada del Movimiento Reformador, supuestamente de oposición, pero ahora resulta que este grupo sigue las directrices de la camarilla oscurantista que rodea al Ejecutivo. Según ellos, si logran la caída de Jordán ya no tendrían mayor oposición interna porque la CC es presidida por la magistrada Dina Ochoa, afín al Ejecutivo, y buscarían la forma de mediatizar a Consuelo Porras, la nueva fiscal general que asumirá su cargo mañana jueves. Con eso, creen ellos, lograrían cerrarle todos los espacios a Velásquez en el país.
El siguiente paso es asfixiar a la Cicig en el plano internacional. Ese es el objetivo que existe tras el caso de la familia rusa Bitkov, que ha sido presentada como víctima de la malévola Cicig. Para tal fin no han escatimado fondos para destruir la imagen de la comisión en Washington. Han comprado plumas de columnistas mercenarios para que ataquen a la Cicig y cabildean con representantes republicanos para que le retiren el apoyo económico. En ese plan se inscribe la acción de Jimmy Morales contra el embajador sueco, a quien ahora amenaza con declararlo no grato y echarlo del país. Se sabe que el soberbio mandatario y su canciller mandadera están dispuestos a llegar al extremo de echar del país a otros embajadores con tal de cerrarle la llave de fondos a la Cicig. Pocas veces en la historia nacional se ha visto a una banda de criminales que se ha apoderado de la Presidencia y que no le importa llegar a las últimas consecuencias con tal de lograr que triunfe la corrupción y la impunidad. Pero no van a pasar. Ellos no nos van a robar el futuro de Guatemala.