CATALEJO
Ausencia el 6 y no votar el 25
DE HOY EN UN MES, EL 25 de octubre, los guatemaltecos estamos llamados a participar en la segunda y definitiva vuelta electoral para decidir entre Jimmy Morales con Jafet Cabrera y Sandra Torres con Mario Leal, a quién de esas dos parejas se les contrata como los burócratas de puesto más importante, al ocupar la Presidencia y la Vicepresidencia. Terminaron ya las dudas sobre los resultados oficiales, y ha comenzado la lucha entre las dos parejas para lograr el voto favorable de los ciudadanos, cuyo porcentaje —72.2% del total de los empadronados— decidió participar en una primera vuelta en la cual participaban en total doce aspirantes. La primera duda al respecto se refiere a cuántos ciudadanos repetirán su asistencia a las urnas.
A GRANDES RASGOS, históricamente en la segunda vuelta la votación disminuye en un veinte por ciento, sobre todo en las poblaciones de pequeño y mediano tamaño, donde la lucha más importante está centrada en los alcaldes. Si ello ocurre, las posibles cifras de participación deben ser consideradas alrededor de un 50%. A esta cifra se le debe reducir el promedio del porcentaje de votos blandos o nulos, equivalente a un diez por ciento. Por eso, el nuevo gobierno tiene muchas posibilidades de ser resultado de la voluntad mayoritaria de una cifra menor a la mitad más uno de la población, motivo por el cual será legal pero no representativo de la mayoría ciudadana.
HAN PASADO DOS SEMANAS desde la elección del 6 de septiembre, y la calma ha llegado luego del segundo fracaso de Manuel Baldizón en ganar la presidencia, y del inicio del fin de grupo liderista a consecuencia de la renuncia y retiro del propietario del Partido Líder, quien a pasos acelerados desaparece de la escena política nacional y solo quedan los árboles, rocas y laderas pintarrajeadas en muchas partes del país. La atención ha quedado entonces en las dos parejas políticas cuyos rostros serán impresos en las papeletas. Las redes sociales se han encargado de divulgar halagos, pero especialmente críticas, acerca de las características personales, políticas, ideológicas —algunas positivas y otras negativas— de cada uno de los aspirantes.
SE HA AFIANZADO TAMBIÉN la posición de considerar a estas elecciones como las peores de la historia nacional, a causa de la poca capacidad de los aspirantes de convencer a los nuevos votantes y sobre todo a quienes apostaron por otro candidato, en especial el de la camisa roja. Como es natural, el tema de las elecciones, tanto en su primera vuelta como en la segunda, surge en toda conversación de amigos, familiares, vecinos, colegas. Me ha llamado la atención cuántas veces he escuchado ese criterio de no considerar conveniente a ninguno de los candidatos, pero con el agravante —creo yo— de una muy posible decisión de no ir a votar, porque votaron por otro, no les parecen los aspirantes, y no ven su voto como importante, aunque lo hayan considerado así en la primera vuelta.
UN CRITERIO ME LLAMÓ la atención. “No votaré porque antes no hacerlo era votar por el peor entre muchos, pero ahora solo son dos, ambos malos, y no me importa si ganan con una participación ciudadana mustia”. Lo escuché primero de una joven de treintipico de años, pero poco después escuché el mismo argumento de un joven ciudadano con solo la votación del domingo a cuestas. No votar significa ahora distinto, porque solo implica un gobierno con menor base entre la población. Convencer a quienes piensan de esa manera para acercarse a las urnas, es una tarea difícil, porque el gobierno electo dentro de un mes debe ser objeto de control ciudadano, y para ello debe existir un interés derivado de una participación mayoritaria.