EDITORIAL
Certera visión de la Guatemala real
Si bien algunos guatemaltecos se molestan o intentan rechazar las opiniones acerca del país pronunciadas por la mayoría de funcionarios de entidades internacionales, es difícil tener éxito al tratar de hacerlo, porque generalmente se basan en cifras reales, que dejan poco lugar a la interpretación. Y por ello deben ser consideradas como recomendaciones de una comunidad mundial preocupada por la situación nacional.
Ayer, una opinión dura pero lamentablemente cierta respecto de Guatemala fue el tema de la presentación de la señora Valerie Julliand, coordinadora residente del sistema de las Naciones Unidas en Guatemala, durante su participación en el VI Foro Regional Esquipulas, que terminará hoy con una disertación del expresidente uruguayo José Mujica.
Las cifras expresadas dejan poco lugar a la interpretación: Guatemala es el país que en todo el mundo recauda menos ingresos por medio de impuestos y otras fuentes no tributarias. En cuanto a la inversión pública en relación con el producto interno bruto, ocupa el lugar 135 de 151 naciones del mundo, y el más atrasado en el istmo centroamericano. Además, tiene los más bajos niveles de inversión pública respecto de los ingresos del Estado, tanto por impuestos como por otras formas de ingresos. Destina el 8% de su PIB a salud, educación y seguridad, cifra que es la más baja en los 151 países del mundo.
En referencia a la lucha electoral, comentó que todo partido o candidato que asegure poder gobernar el país sin recaudar más fondos “está proponiendo una utopía digna de los escritores de ficción”. En este punto, la señora Julliand no expresó su punto de vista sobre la falta de incentivo ciudadano para cumplir con sus obligaciones, como consecuencia de la corrupción generalizada en el aparato estatal, así como del enorme peso que la economía informal tiene.
Los guatemaltecos han demostrado su indignación contra la clase política, en un inesperado movimiento que tiene tres meses de provocar reuniones sabatinas a las que se les debe considerar importantes, no porque se mantenga el número de asistentes que tuvieron aquellas efectuadas en abril y mayo, sino por la persistencia. Los ciudadanos parecen haber entendido que manifestar su rechazo claro, legal y ordenado, a las acciones inmorales e ilegales de la clase política y de los burócratas es lo menos que pueden hacer.
En las condiciones mencionadas por la señora Julliard, las referencias a la corrupción pudieron ser mucho más contundentes, pero así dejan claro cuál es la opinión de la organización a la cual pertenece, que representa la organización política más importante del mundo.
Quienes ahora se encuentran sumergidos en la lucha por llegar a ocupar la Presidencia de la República necesitan darse cuenta de que estos son números ajenos a los de organizaciones nacionales, que podrían estar equivocados por cualquier razón. Escuchar a alguien con representatividad internacional señalar esta situación de ninguna manera debe ser considerado intromisión en los asuntos internos. Es una nueva razón para saber por qué existe, a instancias de países amigos, una institución tan sui géneris como la Cicig.