EDITORIAL

Clamor permanente

Guatemala es uno de los cinco países con los más altos niveles de violencia machista. Según cifras del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), en el 2017 fueron asesinadas 772 mujeres y el año anterior las muertas de manera violenta fueron 739. En los primeros cinco meses de este año esa cifra registraba 314 víctimas.

En promedio, dos mujeres mueren al día en Guatemala en forma violenta, y pese a que el mensaje en contra de esa cultura de la muerte ha proliferado en las últimas décadas los indicadores no se detienen, pues según denunció la Organización Panamericana de la Salud (OPS) el jueves, una de cada tres mujeres latinoamericanas han sufrido violencia a lo largo de su vida, en la mayoría de los casos a manos de su pareja o de familiares.

El estudio de la OPS refiere que la violencia física y sexual varía de país a país y en los que menos incidencia se encuentra las estadísticas registran que en el mejor de los casos un 14 por ciento de mujeres puede estar expuesta a esa violencia, aunque los casos más dramáticos registran porcentajes de hasta un 60 por ciento de población afectada y el peor ejemplo es Bolivia.

En el caso guatemalteco, cuando se menciona la cifra registrada por el Inacif de por lo menos dos mujeres muertas cada día, debe reconocerse que esa es una cifra intolerable que debe avergonzarnos a todos, principalmente a las autoridades y sobre todo a quienes deben velar por la seguridad y la impartición de justicia.

Indicadores de esa naturaleza incidieron para que el pasado jueves el Sistema de Naciones Unidas en Guatemala hiciera un llamado a todos los sectores para unir esfuerzos en la erradicación de la violencia contra las mujeres y la niñas, pues mucho se puede hacer cuando los registros oficiales reportan dos mujeres muertas por violencia de género cada día. El maltrato, la discriminación, el menosprecio, la violencia sexual, verbal o psicológica, unidos al subregistro, son las principales causas de esa cultura de violencia.

La crueldad contra la mujer es uno de los temas menos tratados de manera abierta en la sociedad guatemalteca y pese a ello el Ministerio Público registra, de enero a agosto de este año, 32 mil 201 denuncias de violencia contra la mujer. Por violencia sexual también en el mismo período se reportaron cinco denuncias y 151 por femicidio.

Cifras de espanto que nos retratan como una sociedad machista, pues en el caso de las denuncias por violencia contra la mujer, eso equivale a más de 130 agresiones diarias y no existen registros de los niveles de impunidad sobre esos hechos, que han de ser de los más elevados. En todo caso la cifra es demasiado alta como para no prestarles atención a las víctimas y a un problema que marca a la sociedad, porque esto también implica que cada hora tres guatemaltecas sean agredidas por sus parejas o por parientes cercanos.

Es estremecedor que una de cada tres mujeres latinoamericanas enfrente la violencia más despiadada en sus más cercanos círculos familiares, y tanto los organismos internacionales como las autoridades locales deben redoblar esfuerzos para combatir ese flagelo y reducir tan perversas estadísticas.

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