POR LA LIBERTAD

Adiós a la Cicig

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El mandato de la Cicig finaliza en dos semanas, el 3 de septiembre del 2019. Me opuse desde un inicio a esta entidad, puesto que considero que el sistema de justicia debe resolverse desde dentro y por nosotros. Tenemos y debemos hacer cambios a nuestro sistema de justicia. Jamás debimos otorgarle a la Cicig el poder absoluto, capacidad, total inmunidad e impunidad para acusar personas.

Este poder absoluto destruyó al mismo concepto que se tenía de la Cicig y corrompió a todos los comisionados y equipo de trabajo que vinieron a trabajar. No hubo excepción. Los casos están todos documentados y se pueden buscar en cualquier medio digital. Desde el caso Rosenberg con los hermanos Paiz acusados con el testigo falso que luego confesó las presiones que tuvo y su arrepentimiento antes de morir hasta la gran cantidad de cargos falsos que se le imputaron a personas inocentes, solo porque sí, reteniéndolos injustamente en prisión, evitando medidas sustitutivas, porque así se le ocurrió al comisionado y su equipo.

No se puede encontrar justicia a través de injusticias, no se puede arreglar un mal con otro mal ni la corrupción con corrupción. La gente que defendía a la Cicig cayó en la trampa de creer que eso era justicia cuando en realidad estaban buscando culpables. Sin embargo, no es correcto ni es justicia hacerlo a costa de cualquier inocente que la Cicig dijera que era culpable. Estaban cegados por las mentiras que decía la Comisión. No es posible que se usen prácticas como la de testigos falsos que confesaron a cambio de beneficios ni con testigos que no calificaban por ser criminales condenados, pero lo hacían a cambio de reducción de penas o chantajes y presiones, ya sean mediáticas o directas a jueces y magistrados o posibles víctimas, ni usar sistemáticamente las violaciones al debido proceso con total impunidad, sobre todo cuando se trataba de la presunción de inocencia de los señalados.

Era cuestión de tiempo para que la corrupción entrara en la Cicig. Y entró rápido. ¿Por qué? Porque como decía Lord Acton, “el poder corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. La Cicig y sus comisionados gozaban de un poder absoluto. Un poder incuestionable, impune totalmente. Tampoco es raro que una entidad que proviene de la organización de naciones Unidas, que ha tenido tantos casos comprobados de corrupción, no fuera a caer en corrupción también. Como si fuera poco todo lo que he mencionado de la Comisión, también dejó que la ideología dirigiera sus acciones sesgando así la justicia y politizándola.

' Jamás debimos otorgarle a la Cicig el poder absoluto, capacidad, total inmunidad e impunidad para acusar personas.

Ramón Parellada

Lo que más me preocupa es la ingenuidad y ceguera de sus defensores. Al igual que ellos, yo quiero que los criminales dentro y fuera del gobierno sean juzgados y condenados en caso de ser encontrados culpables. Pero no ignorar lo que ocurrió, los hechos, las distorsiones, el mal actuar y las acusaciones falsas e infundadas. A todos estos defensores incondicionales de la Cicig, de los cuales algunos me acusan de corrupto por no defender a esta entidad, les digo que hay otro camino para buscar justicia y eliminar la corrupción.

La corrupción es fruto de la centralización y entidades demasiado grandes y burocráticas. Una simplificación de las funciones del gobierno y eliminación de las que no son prioritarias eliminaría de tajo gran parte de la corrupción. ¿Qué tal si se elimina el Ministerio de Desarrollo? ¿Qué tal si eliminamos las aduanas? ¿Qué tal si eliminamos una gran cantidad de secretarías que no sirven para nada? Y ¿qué tal si le entramos con todo a la reforma del sistema de justicia para despolitizar las elecciones de jueces y magistrados de ambas cortes?

ESCRITO POR:

Ramón Parellada

Empresario. Catedrático universitario. Director del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).