MIRADOR

Apocalipsis electoral

El proceso electoral que vivimos —o padecemos, no está clara la cosa— revela el grado de estupidez, sinrazón, populismo y degradación al que llegamos. Tenemos una mala democracia —que es un hecho— pero el ciudadano muestra poco espíritu democrático, lo que representa un problema. Es imposible construir un sistema republicano sobre la base del autoritarismo y la feroz defensa de ideas particulares más que del interés colectivo y valores éticos. Lejos de avanzar, se advierte un deterioro progresivo del espíritu participativo y conciliador, y el resurgir de la mejor versión dictatorial de cada uno.

Dicen que el poder —y todavía estamos en la antesala del mismo— revela la verdadera esencia del ser humano, y estas elecciones parecen confirmar la regla. Hay candidatos —imitadores de Bukele— que han mostrado el cobre del que están hechos. Uno grita, amenaza y despotrica sistemáticamente contra todo, mientras representa intereses de farmacéuticas sudamericanas que lo sostienen, y a las que seguramente debe responder. Otro se muestra incapaz de contestar preguntas que lo alteran y molestan, y acude a la descalificación despótica con quienes le inquieren. ¿Qué no harían si gobernaran? Alguno más, sin presentar la papelería exigida para ser inscrito, se victimiza y presenta una falsa realidad del porqué no pueden participar, escondiendo al ciudadano las verdaderas razones de su exclusión. Las hay que callan y siguen su camino, sin inmutarse, como si la campaña no fuera con ellas, más allá de alimentar un debate verdulero sobre si tenía razón la del machete o la pistolera, mientras las huestes —contratadas y pagadas— resuelven a golpes el “debate político-electoral”. Entre tanto, redes, medios y personas replican falsos mensajes, en un intento por generar opinión publicada a favor del amigo, el sistema o la ideología que promueven ¡Qué vergüenza!

' Dicen que el poder revela la verdadera esencia del ser humano, y estas elecciones parecen confirmar la regla.

Pedro Trujillo

Por su parte, las izquierdas siguen quejándose —lo que hacen de maravilla— del poco gasto para la campaña, y sustentan que eso es parte de su fracaso, porque no son conocidos ni llegan a la masa de votantes. Silencian que la URNG lleva 25 años como partido fracasado, y menos, pero con igual falta de aceptación social, Winaq, Semilla y, ahora, VOS, “el de los renacidos”. Simplemente el ciudadano no ve opciones en esas propuestas porque advierte la versión “Sistema 2.0”, y más vale malo conocido que bueno por conocer. Dejan pasar los desastres del equipo que inscribió a la planilla municipal de los primeros, o quizá ocultan la verdadera estrategia: hacer ruido y gritar fraude, a lo que otros se sumarán a sabiendas de que no tendrán votos para figurar en la foto del fracaso, pero así conseguirán algo de atención. De Codeca se ha dicho casi todo, y es mejor ignorar a quienes justifican hurtos, desestabilizan y desean subvertir el orden en pro de un mundo exterminador comunista, a pesar del fracaso histórico que supuso.

Y como es habitual, el irresponsable votante se dedica a pedir a gringos y europeos que vengan a solucionar el problema del que él mismo huye o se esconde. Eso sí, que la intervención sea “la que a mí me gusta”, no vaya a ser que ocurra como en el 54 —y sucesivas—, que no fueron del agrado de muchos. Por último, grupitos ruidosos, asociados con ONG nacionales e internacionales, se pasean por el escenario electoral diciendo quiénes deben participar y qué y cómo hay que hacer para que todo se ajuste “a parámetros internacionales”, mientras pasan factura del viaje, el alojamiento y los viáticos a quienes financian tales mamarrachadas.

¿Y así queremos salir del atolladero? Pues bien, sigamos, que el batacazo no hay quien nos lo quite.

ESCRITO POR:

Pedro Trujillo

Doctor en Paz y Seguridad Internacional. Profesor universitario y analista en medios de comunicación sobre temas de política, relaciones internacionales y seguridad y defensa.

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