CATALEJO

Llamado a la OEA implica aceptar el veto

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Anoche, Alejandro Giammattei informó de su decisión de invocar la Carta Interamericana de la OEA, porque “grupos minoritarios buscan forzar un golpe de Estado”; pide apoyo para “preservar la democracia en Guatemala” pero en ningún momento acepta acatar la petición fundamental de gruesos sectores de la población: el veto al absurdo presupuesto aprobado con su ayuda por los diputados de su “partido” y por otros de los grupos o grupúsculos pululantes en el Organismo Legislativo. En esas circunstancias, cualquier diálogo sería una total pérdida de tiempo porque ya frente a todo su gabinete manifestó su terquedad de no hacerlo. No sería dialogar, sino ceder. Pero es una muestra del efecto del rechazo de la población manifestado en todas las formas posibles.

' No tiene sentido sentarse al diálogo, si una de las partes lo interpreta como aceptación.

Mario Antonio Sandoval

Se debe analizar el ambiente previo a la manifestación pacífica ciudadana, ajena al pintarrajeo e incendio del Congreso. Las fuerzas policiales actuaron con violencia y hubo sucesos explicables o sospechosos. Se debe pensar con malicia para entender el hilo conductor. Todo empezó con la manera inmoral de la vertiginosa aprobación del presupuesto del Estado y esto causó una justificada andanada de protestas de personas y entidades de diversa ideología y fines –Cacif y Usac, por ejemplo —así como de la prensa informativa y de opinión. Se unieron también las incontrolables y avasalladoras redes sociales, donde surgió un atendido llamado a protestar como en el 2015. Esta declaración de anoche trata de darle un baño de pureza a un régimen empantanado.

Temeroso de los efectos de esa petición, a mi criterio el gobierno decidió dar el segundo paso hacia la dictadura, para evitar la repetición de las manifestaciones causantes de la caída de Pérez Molina. Primero, un supuesto agente de la Policía Nacional exhortó el viernes a la gente a no actuar con violencia. Segundo, dentro del Congreso fueron colocados extintores. Tercero, ese edificio no tenía agentes cuidándolo y el sábado una horda de sesenta personas, fornidas y armadas con palos, ingresaron con facilidad y comenzó el fuego, mientras en las ventanas se veían colocadas dos mantas, no pintadas a mano sino impresas, con el nombre de la AEU, aunque había algunos de sus miembros, como se comprobó ayer por las redes sociales.

Cuarto: luego de lanzar gases lacrimógenos en la 8ª avenida, pudo verse en vivo a un manifestante tal vez agonizante, mientras lo trasladaba la Cruz Roja. La manifestación en el parque central se desarrollaba en calma, pero un grupo de agentes avanzó de la 9ª a la 7ª avenida, sobre la 8ª calle, y lanzó más gases lacrimógenos contra quienes estaban allí. La lluvia terminó de dispersarlos. Hay varios hechos sospechosos: en el abominable Presupuesto de la Nación hay un multimillonario rubro para construir otro edificio parlamentario, que contempla absurdos lujos y es una segura fuente de más corrupción. Es entonces muy beneficiosa la decisión de hacerlo porque está dañado el otro edificio, de valor histórico. Una sede nueva parece justificable.

De todos estos hechos hay grabaciones en video, porque cada teléfono es una cámara de divulgación instantánea. Circularon imágenes de gente vestida de civil bajando de un autobús policial, y de policías sacando armas de desagües, con uniformes negros similares a la ropa de algunos de los vándalos incendiarios. La torpeza mayor de quienes se infiltraron y sus jefes fue olvidar la posibilidad de filmar y de enviar al instante a todo el mundo la violencia policial. Es increíble la torpeza de no darse cuenta de la filmación generalizada. Noticieros foráneos informaron de estos actos y personajes jurídicos internacionales pidieron a Giammattei el veto. A mi criterio, ya es tarde para hacer llamados sin el veto y eliminación del Centro de Gobierno. Ante la gravedad del contubernio Ejecutivo-Legislativo, se necesita una acción sin precedentes, como la renuncia conjunta sugerida por Guillermo Castillo y llamar a personas confiables para buscar un nuevo Ejecutivo. Urge enfrentar una realidad: el país está a medio paso de caer en el derrumbe del Estado. Giammattei debe aceptar su fracaso, por sus mentiras desde el principio. No tiene más alternativa que saltar por la borda y refugiarse fuera de Guatemala.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.