CATALEJO

Cambios en gabinete y videos con ruindad

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1 Alejandro Giammatei no cambia. Mantiene sus caprichos, como lo prueba el cambio de ministro de Salud Pública. Ya no pudo sostener al anterior, su amigo, quien debió haber salido hace mucho. Presionado por todas partes, lo hizo. Pero como mantiene esa amistad, ahora le entrega un inexplicable premio de consolación al colocarlo a cargo de la construcción de seis hospitales. Es elemental: un médico, especialmente si su capacidad es muy modesta, tampoco podrá controlar una inversión de docenas de millones de quetzales, porque son dos actividades muy diversas. Ello crea sospechas al haber tanto dinero de por medio.

' Se comprueba la desaparición total del mínimo de caballerosidad necesario para las relaciones entre hombre y mujer.

El cambio de ministro y el video comprometedor de la joven adulta se volvieron los dos temas para el artículo del día 99 de mi cuarentena.

El nuevo equipo del ministerio despierta la atención positiva a causa de quienes lo integran. No hay motivo para dudar de su intención y de estar dispuestos a luchar por mantener su buen nombre con sólo no permitir la corrupción y realizar limpias de gente y contratos corruptos. Si lo hacen, contarán con el apoyo total de la población. No conozco a ninguno. Aun así, deben escuchar la sugerencia de no mancharse y también pensar mal y actuar de inmediato cuando alguna sugerencia o presión no pueda pasar por el colador de la lógica. Los llamaron porque los necesitan. Allí está su mayor fuerza para no permitir ningún engaño o fraude.

2 El viernes se conoció el video de una adulta muy joven fornicando en un auto, sin verse con quién. La Asociación de Estudiantes Universitarios acusó a un catedrático sancarlista de haberlo filmado y distribuido entre otros estudiantes. Pero como el acusado es viceministro de Agricultura, el Gobierno informó de la suspensión en el cargo de dicho funcionario mientras el Ministerio Público termina las investigaciones. El acusado expresó ayer estar dispuesto a acusar de difamación a quien lo hizo circular, pero las pesquisas revuelven la vergüenza por aparecer cometiendo voluntariamente tal inmadurez.

Hay pocas posibilidades de castigo para ese hecho, de campo ético y moral, al ser adultos actuando por su voluntad, sin presiones o deseo de beneficios no económicos. Pero si hay suficientes acusaciones sólidas, el acusado no puede seguir en el Gobierno y la Usac. Es absurdo ser viceministro y al mismo tiempo catedrático universitario. A mi juicio, quien sea culpable debe ser castigado por su falta total del más elemental respeto a esta joven. Las relaciones de este tipo llevan implícito el silencio, porque destaparlas puede terminar la reputación de una mujer en los países absurdamente machistas como es el nuestro.

3 El Gobierno, al referirse al caso, señaló algo muy importante: “La difusión de grabaciones que atentan contra la intimidad constituye delito”. Por primera vez se habla de manera oficial del carácter delictivo y hasta criminal de la divulgación indiscriminada de videos. Es una advertencia a quienes reciben videos o mensajes y, de manera canalla y estulta, inmediatamente los reenvían, sin verlos, sin preguntarse si puede ser falso o tener mala intención. En este caso, la estudiante puede, si lo desea, comenzar la búsqueda de quienes lo repitieron, y es fácil: preguntarle a un repetidor identificado quién se lo envío, y así seguir hacia atrás.

La mejor manera de detener la ola de desprestigios es simple: no reenviarlos y borrarlos. Este video rompe el derecho a la intimidad y el análisis debe hacerse desde estos criterios legales, pero sobre todo en temas filosóficos como el derecho a la libertad de decisión, lo cual lleva al derecho de no publicarlos sin autorización de quienes participen. Ya tendrán toda la vida para arrepentirse o para afianzar las razones. Los videos no deben abarcar la totalidad de las acciones humanas, porque pueden caer, ser realizadas o repartidas por gente-basura carente de una pizca de respeto por la mujer. Ser caballero es lo mínimo, realmente.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.