LA BUENA NOTICIA

Caminar sobre el mar

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Cuentan los evangelios que, en una ocasión, sus discípulos vieron a Jesús que caminaba sobre el mar. Uno de ellos, Pedro, para asegurarse de que la visión no era una alucinación, le pidió hacer lo mismo. Pudo dar unos pasos hacia Jesús, pero después vaciló y se hundió. Jesús lo levantó y ambos subieron a la barca donde estaban los demás, que lo proclamaron Hijo de Dios. Los tres evangelistas que narran el episodio de la caminata sobre el mar colocan el relato inmediatamente después del de la multiplicación de los panes y los peces. Uno y otro son acciones portentosas de Jesús sobre la naturaleza inanimada a diferencia de los otros milagros de curación de enfermedades.

' La misión de la Iglesia principalmente consiste en llevar a los creyentes a Dios.

Mario Alberto Molina

Jesús había cruzado el mar de Galilea hacia un paraje supuestamente desolado. Allá se había encontrado con una multitud que lo esperaba. Les enseñó muchas cosas durante el día. Al atardecer, los discípulos se preocuparon por la alimentación del gentío. Entonces Jesús multiplicó panes y peces en cantidad suficiente para alimentar a todos. Cuando se fueron, Jesús despachó a sus discípulos en la barca en que habían venido al lugar desolado y él se quedó. Al amanecer los alcanzó caminando sobre el mar.

Tan portentosa es la multiplicación de los panes y la caminata sobre el mar como la sanación de un leproso o la curación de un ciego. Aunque ambos tipos de relato impliquen un poder sobrehumano, literaria y teológicamente los relatos de poder sobre la naturaleza el beneficio resultante es secundario. Manifiestan la divinidad de Jesús. Multiplicar comida, cambiar agua en vino, caminar sobre el mar, producir pescas abundantes y calmar tempestades son acciones creadoras que revelan la identidad divina de Jesús. Los evangelistas las contaron para enseñar que Jesús es el Hijo de Dios.

Reclamar esa identidad para sí fue la causa de su condena a muerte de parte de las autoridades judías de su tiempo. A lo largo de la historia del cristianismo, la convicción de fe en Jesús como Hijo de Dios ha sido hasta causa de escándalo para quienes creen que ese reclamo es incompatible con la dignidad propia de Dios. En la actualidad son muchos los que valoran la enseñanza moral de Jesús, su cercanía a pobres, enfermos y marginados, pero le escatiman su identidad divina. Esa tendencia se da no solo entre quienes carecen de toda adscripción religiosa, sino también entre algunos que se dicen seguidores de Jesús sobre todo por su enseñanza moral. Son cristianos que consideran que la misión principal de Jesús es la promoción humana, el cuidado de la naturaleza y la solución de las necesidades temporales de las personas y de la sociedad. El cristianismo valdría como motivación a la acción social y a rectitud moral según el ejemplo de Jesús.

Es verdad, que la enseñanza moral de Jesús insiste en la atención que sus discípulos debemos prestar a la solución de los problemas y necesidades temporales de las personas y de la sociedad. Con frecuencia, como ese es el único terreno común entre la Iglesia y las instancias políticas, el diálogo entre eclesiásticos y políticos se concentra en temas como la paz y el desarrollo humano. Pero la misión de la Iglesia es más amplia. La identidad de Jesús no se limita a ser hijo de una mujer llamada María, criado en Nazaret, que murió en tiempos de Poncio Pilato, crucificado en Jerusalén; sino que también incluye su concepción virginal por obra del Espíritu Santo, su muerte por nuestros pecados, su resurrección la para gloria de Dios. Así también la misión de la Iglesia no se limita a la enseñanza moral y a realizar acciones de promoción humana, sino que principalmente consiste en llevar a los creyentes a Dios incluso más allá de la muerte.

ESCRITO POR:

Mario Alberto Molina

Arzobispo de Los Altos, en Quetzaltenango. Es doctor en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico. Fue docente y decano de la Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landívar.