CATALEJO
Cómo actuar con devaneos carnales de los políticos
Muchas veces, sucesos, acciones o decisiones aparentemente simples tomadas por otras personas, otros gremios u otros países por medio de sus autoridades, sirven para demostrar, casi siempre con frialdad y severidad, las condiciones prevalecientes en el país donde hemos nacido y vivido. No tienen la intención de dar ejemplos, pero ese resultado es inevitable porque tiene entre sus elementos la forma de pensar y de ser de los integrantes de una sociedad. Esta no es perfecta ni puede serlo, pero sus normas no escritas tienen límites para marcar lo inaceptable, y quienes las rompen conscientemente no solo reciben castigo sino aceptan esa sanción y esa condena porque admiten, muchas veces públicamente, haber cometido faltas rayanas en la estupidez a toda prueba.
El viernes pasado, el ministro inglés de Sanidad, Matt Hancock, de 42 años, se vio obligado a renunciar luego de la publicación en el periódico sensacionalista The Sun, de fotos de sus besos, abrazos y “apechugones de posaderas” según el diario El País, con su amiga y asesora, quien tiene el sugestivo nombre de Gina Coladange, de la misma edad, contratada con un sueldo de 20 mil euros (unos US$30 mil o Q225 mil) y desde el principio tuvo críticas de la oposición, por no saberse cuáles eran sus tareas, pero también de los propios conservadores, uno de los cuales, tras ser despedido deshonrosamente, se vengó filtrando fotos a la prensa. También hubo presión de familiares de víctimas del covid, a lo cual contribuyeron las estrictas normas sanitarias en el Reino Unido, donde la ley se aplica a todos.
' Entre santa y santo, pared de calicanto, dice el refrán. Si se derrumba surgen los devaneos, los delirios y los desatinos vanos.
Mario Antonio Sandoval
Es multicentenario el tema de las relaciones íntimas de quienes tienen poder político, económico, etcétera. Como el sindicato de seres angelicales hace mucho se quedó sin miembros, algunos consideran morbo la divulgación de estas debilidades humanas. Pero en los tiempos actuales la condena pública no se dirige a la castidad, sino al malgasto de dineros públicos para contrataciones condenadas a ser mal vistas, aunque la persona escogida sea la mejor. Esto incluye a la parentela. Cosa aparte, y merecedora de más castigo, son las relaciones forzadas y aceptadas por temor a perder un empleo, un curso, un contrato. El caso Hancock-Coladange cae en aquellos cuya resolución es urgente, antes de convertirse en un serio problema político para quien encabeza el gobierno.
Las comparaciones son odiosas, pero necesarias. En Guatemala, hace dos semanas se publicó en las redes sociales una foto de unas señoritas muy olvidadizas -porque no recordaron ponerse ropa- rodeando al ministro de Desarrollo Raúl Romero, quien tuvo la estulticia de negar al principio su autenticidad. Existe el caso tan conocido de una entidad estatal nueva, creada para el mejor amigo de don Alejandro, quien luego la eliminó oficialmente, pero se aseguró de nuevos contratos gubernativos para los integrantes. Esa es la diferencia: las relaciones adulterinas se aceptan como parte de las funciones del Estado, y eso lo saben y aceptan todos los integrantes del gobierno y lo copian algunos de ellos. ¿O no?
Ayer, mi amigo Francisco Pérez de Antón me hizo recordar al jesuita Baltasar Gracián (1601 – 1658), maestro de las frases cortas, ingeniosas, ásperas y picantes, porque escogió algunas para su columna dominical. Menciono dos porque no se pueden aplicar en Guatemala: “un error pesa más que cien aciertos”. Aquí el gobierno no los ha tenido y no se le puede usar porque la frase está basada en la existencia de un mínimo de dignidad. “Di tu verdad a los buenos y a los demás la que quieran oír”. Si esa supuesta verdad es falsa, tanto los buenos como los demás escucharán mentiras. Otras de las frases que no necesitan comentario: no te asocies con necios -ignorantes, imprudentes, faltos de razón-. Trata siempre con gente de palabra. Nunca caigas en lo vulgar…