CATALEJO
Condiciones para tratar de alcanzar acuerdos
Los guatemaltecos preocupados por las consecuencias de esta grave crisis política, con múltiples orígenes y razones, ya comprenden o piensan en la urgencia de lograr un acuerdo entre las partes, pero muchos de ellos no saben cómo. Esta posición deriva de reflexiones maduras para lograr el fin de ese complicado problema, cuya metamorfosis en caos es imposible de negar sin caer en el ridículo. Claramente, para obtenerlo se necesita negociar, entender y aceptar las causas, y también cómo es visto el nefasto embrollo dentro y fuera del país. Es necesaria la etapa de negociación, mejor si es más corta y directa, pero para negociar con éxito se debe llegar a la mesa con la previa decisión de hasta dónde se está dispuesto a ceder, sin lo cual el acuerdo es imposible.
' Los acuerdos toman en cuenta algo: lo mejor es enemigo de lo bueno. Y como pueden desarrollarse, son un gran principio.
Mario Antonio Sandoval
Esto último es fundamental. Llegar con la exigencia a las contrapartes de la totalidad de posiciones y de criterios, es absurdo e irrazonable porque no será aceptado. Ante la posición de todo o nada, queda la opción de nada y resulta innecesario el esfuerzo de buscar un acuerdo. Por eso la posición de búsqueda de consenso e incluso de coincidencia en algunos criterios, es la única forma de tener algún éxito aunque sea clara la imposibilidad de pactar algo cien por ciento correcto o inmejorable. Se requiere además abandonar la tonta idea de considerar derrota si el conflicto, de cualquier clase, termina con la aceptación de decisiones mutuas razonablemente consensuadas. Los acuerdos son muy difíciles de lograr, pero la participación de fanáticos o extremistas los imposibilitan.
Los pactos, pues, no equivalen a capitulaciones ni a rendiciones totales, y esto se basa en el viejo dicho acerca de la sabiduría como derivado de la experiencia, aunque sin duda no es lógico rechazar por sistema criterios de alguien solo porque tiene poca edad. La discusión y los conflictos derivan de hechos ocurridos, reales, y de la comprensión y aceptación de las causas y efectos, según cada una de las partes. Es una batalla también del idioma, la gramática. No se pueden tomar decisiones en base al pospretérito (podría, habría, etc.) por ser un futuro condicional, dependiente de una posible acción. Esta explicación gramatical se aclara con ejemplos: “No iré en carro porque podría chocar”, “no voto por este candidato porque podría ser un mal presidente”, o alcalde, diputado, etc.
En las negociaciones políticas, esa condicionante se convierte en duda, y esta nace de estar equivocado, inestable. Por eso la forma política y gramatical correcta es “no votaré por Fulano porque cambiará la Constitución”, es decir, convencimiento. Si no ocurre, quien pensaba así se equivocó y debe aceptarlo. Si la frase es “porque podría cambiar la Constitución” hay inseguridad y deseo de salir airoso si no sucede. La mesa de negociación de un acuerdo para detener el derrumbe nacional, necesita fortaleza en el lenguaje: basarse en el pasado, analizar el presente y predecir el futuro. El tiempo juega su papel: las negociaciones de paz entre el Gobierno y la URNG, la estrategia de ambos lados fue alargarlo al discutir mucho por temas poco importantes. Lo vi, en su momento.
Para facilitar los acuerdos se necesitan negociaciones y escogencias previas en los sectores antagónicos involucrados. Serían una especie de “elecciones primarias” para ganar el derecho de participación. Los sectores tienen facciones, a su vez. El económico general, el académico, el religioso, y demás. Lo más útil es reducir el número de participantes gracias a otorgarles la representación sectorial, y a hacer una purga de fanáticos y activistas de ideas, porque sus posiciones de inamovilidad basada en ataques y descalificaciones personales, serán defendidas cuando reine la idea de la capitulación incondicional de la contraparte. El tema da para mucho, pero también sobresale un marco de lograr, sobre todo, la buena fe de los participantes, sin la cual no vale la pena negociar.