LA BUENA NOTICIA

Covid-19 destapa el país que los corruptos dejaron

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La Pascua en tiempos del covid-19 nos da fuerza para resistir con esperanza y ser fuertes en la tribulación, para luchar juntos y con firmeza en esta batalla por la vida y la dignidad de las personas y las familias, en un país donde la dictadura de los corruptos se impuso con tanta crueldad como aquella otra de los regímenes militares.

' Los corruptos dejaron el país como una gallina desplumada, enclenque y desnutrida.

Víctor Manuel Ruano

Esperamos de las autoridades la capacidad para liderar y llevar a buen término un gran acuerdo nacional para construir juntos la nueva Guatemala que merecemos, ya que no lo hemos logrado por culpa de la estructura social tan desigual que nos domina; por el virus de la corrupción que caracteriza a la élite política y la hegemonía del sector económico, carente de conciencia social y sin creatividad para invertir en el desarrollo social y humano de la nación.

Estos factores inciden para que el coronavirus agudice la realidad de una Guatemala empobrecida en la periferia de las ciudades, en los pueblos indígenas y en las amplias regiones campesinas; destapa un sistema de salud frágil, sin recursos y con escasa capacidad técnica; descubre una economía hecha trizas que apenas aporta para la sobrevivencia, provocando el doloroso flujo migratorio que desangró la nación.

Si otros países más desarrollados, con mejores sistemas de salud, menos índices de corrupción y que invierten en la salud de su pueblo, con instituciones sólidas y una ciudadanía vigilante de sus autoridades, colapsaron, nos preguntamos qué sucederá aquí, donde los corruptos y ladrones dejaron el país como una gallina desplumada, enclenque y desnutrida.

Estos sinvergüenzas dejaron un país tan expoliado y endeble que en el conjunto de las naciones a Guatemala se le ve caminando, como cruzando las extremidades, de lo mal que estamos en otros aspectos: sistema de justicia que favorece la impunidad, condiciones miserables de los trabajadores, creciente empobrecimiento de las familias. Estamos tan mal que, si los ciudadanos no nos apoyamos solidariamente, moriremos por este “bicho” o de hambre.

Llegó la hora para que los pueblos se unan sin importar raza, posición social y religión; se organicen democráticamente, integrando las fuerzas vivas de la sociedad y resistan pacíficamente no solo contra el coronavirus, sino contra los mañosos y corruptos que sacarán raja de esta crisis, pues muchos de ellos siguen gobernando, tal como lo hace la mayoría de diputados que, desde la directiva de ese organismo, en componendas con el Ejecutivo, endeudaron al país.

“Desgraciadamente, la corrupción es como un virus moral, pero a diferencia del infausto covid-19, solo contagia a quienes se quieren dejar infectar por la codicia”. (PL Editorial, 7-04-2020). El mayor foco de infección está en los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
La tragedia del SARS-CoV-2, en medio de la miseria generada por los corruptos, jamás debe apagar el espíritu crítico de los ciudadanos ni de los líderes sociales, tampoco de la Iglesia ni de sus pastores, que deben estar del lado del pueblo.

Es evidente el liderazgo del presidente en esta crisis, tanto que eclipsó a sus ministros, pero le falta carácter frente al sector económico más poderoso y ante los gobiernos mexicano y estadounidense para defender a los migrantes. La estrategia informativa, además de estar centralizada, no genera confianza en la población, tiende a confundir y transmite un falso optimismo.

Los programas asistencialistas impulsados de la mano de alcaldes y del Ejército favorecen el clientelismo y pretenden mejorar la imagen militar. El Ministerio de Salud muestra pocas luces, por ser más político que técnico. Se resisten a la aplicación de pruebas aleatorias en todo el país, a proteger al personal de Salud y a escuchar a los expertos; pecan de arrogancia y soberbia aunque concluyan pidiendo que “Dios bendiga a Guatemala”.

ESCRITO POR:

Víctor Manuel Ruano

Presbítero de la Diócesis de Jutiapa. Licenciado en Sociología por la Pontificia Universidad Gregoriana, Roma. Fue rector y profesor del Seminario Nacional de la Asunción, Guatemala, y vicerrector académico Cebitepal, Colombia.