POR LA LIBERTAD

Covid-19: ¿Estamos sobrerreaccionando?

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La enfermedad por coronavirus, covid-19, ha sido declarada ya una pandemia por la Organización Mundial de la Salud. Guatemala ha optado por una estrategia de supresión, es decir, evitar a toda costa el crecimiento epidémico, reduciendo los casos o evitándolos a como dé lugar. Hay otra que puede ser mejor.

La estrategia de supresión implicó aislarnos completamente, cerrar fronteras a cualquier persona (no productos), prohibir actividades laborales en el sector público y privado, eventos de cualquier tipo, actividades deportivas, sociales y culturales. También se prohibió el transporte urbano y extraurbano en todo el país, se prohíben las participaciones religiosas, misas y cultos presenciales. Se suspendieron las consultas externas de los hospitales, se cierran todos los centros comerciales, bares, discotecas y similares. Y otras medidas adicionales. Ya antes se habían cerrado colegios y universidades.

' Una buena economía hace que la gente pueda estar más sana y mejor alimentada.

Ramón Parellada C.

Este mensaje con medidas draconianas fue dado por el presidente de la República de Guatemala, Alejandro Giammattei, el lunes pasado. Comenzó su discurso muy bien, indicando que no había que tener pánico, que había que tener calma y tomar en serio las medidas preventivas. Presentó unas estadísticas que demuestran que el problema es principalmente en los que tienen ciertos factores de riesgo y avanzada edad. Pensé que optaría por la otra estrategia, la que explicaré a continuación, la de mitigación. Pero no, se fue por lo más duro para la sociedad, prohibiendo casi todo y amenazando a quien no lo haga de cárcel. La gente entró en pánico. Las gasolineras y supermercados presentaban grandes colas y están todos atemorizados.

Guatemala podría tener otra estrategia que no causaría tanto daño, como lo es la de mitigación, tal como lo explica un reciente estudio de la Universidad Imperial del Reino Unido que se titula Impacto de las intervenciones no farmacéuticas (NPI) para reducir la mortalidad por covid-19 y la demanda de atención médica, hecho por el equipo de expertos y científicos “COVID19”. Esta estrategia consiste en desacelerar, pero no detener completamente, la propagación de la epidemia, reduciendo la demanda máxima de atención médica y protegiendo a las personas con mayor riesgo de enfermedad grave de la infección.

Mitigar implica que la gente se contagie, cuidando que no lo hagan los ancianos o los que tiene algún factor importante de riesgo. De esta cuenta, no se cierran fronteras ni colegios. Pero se van adoptando medidas de acuerdo con la capacidad de tratar los casos críticos.

Guatemala tiene algunas ventajas sobre otros países. La población es mucho más joven. El problema no está tanto en los menores de 60 años, sino en los mayores de esta edad. Por otro lado, estamos en el trópico y el virus no sobrevive en superficies arriba de 27 grados C. Otro factor que ayuda a que no se propague tanto. Pero tenemos un desastroso sistema de salud que ahora, con la prohibición de las consultas externas de los hospitales, veremos más muertes de pacientes con otras enfermedades que las del covid-19.

Henry Hazlitt decía que, al tomar medidas políticas, no hay que hacerlo tomando en cuenta no solo a un pequeño grupo, sino también a toda la población, y no solo el corto plazo, sino el largo plazo. Me pregunto: ¿qué pasará cuando termine esta prohibición? ¿volveremos a otra? ¿y así sucesivamente?
Las restricciones sobre el trabajo causarán sufrimiento y muerte a gente que vive al día. No hay razón para destruir la economía. Una buena economía hace que la gente pueda estar más sana y mejor alimentada. Destruirla no es opción. ¿Y qué de nuestra libertad y derechos individuales?

ESCRITO POR:

Ramón Parellada

Empresario. Catedrático universitario. Director del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).