CATALEJO

Cuando gobiernan élites integrantes de un lumpen

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El lumpen es el sector más bajo de toda sociedad y por ello cabe en ese grupo gente de todas las características humanas. Pero a causa de no ser esa sociedad una unidad, sino que tiene numerosas divisiones, este “lumpismo” se presenta en cada división social, comenzando por la de hombres y mujeres: hay lumpen masculino y lumpen femenino. No es una división definida por la situación económica, lugar de residencia o nivel educativo, sino por las características éticas y morales de cada uno. De este conglomerado se nutren las instituciones sociales y el inevitable resultado es su destrucción, con efectos imposibles o francamente difíciles de cambiar, a causa del resultado y al depender básicamente de la corrupción desbocada, desalmada e inhumana.

' La “lumpencracia” se manifiesta con detalles como las expresiones y las firmas de quienes tienen puestos estatales y privados.

Mario Antonio Sandoval

La sociedad tiene además una valiosa élite nutrida por personas interesadas en buscar cambios, explicar causas, señalar soluciones, pero su número es escaso y por ello su capacidad de influencia real. A veces su lenguaje es elevado e incomprensible para los sectores ciudadanos de entendimiento limitado en la comprensión de lectura, influida por el simplismo intelectual a donde los llevó el lumpen de la lamentable mayoría de quienes hoy tienen en sus manos la educación pública o privada en cualquiera de sus niveles, especialmente el universitario. Menciono esto porque este tipo de lumpismo tiene relación directa con el presente en la política, convertida en simple politiquería de la peor clase y sin posibilidad alguna de cambiar si no se limpia la mesa.

El lumpen político guatemalteco salta a la vista con la simple observancia de los rostros y de las firmas —espejos de la personalidad— y del historial de vida profesional y personal de la mayoría de sus integrantes, pues la grafología es un instrumento psicológico muy certero para explicar actitudes de las personas. Al unirla con las características del lumpen, se puede entender por qué actúan como lo hacen, aunque esto no elimine la maldad intrínseca de convertir a la corrupción en la causa fundamental para lograr salir del lumpen económico por cualquier motivo, sin vergüenza alguna por no tener un apellido familiar a su cargo, o porque no les interesa mancharlo, esperando el olvido de la sociedad y la admiración por sus hechos inmorales e ilegales.

Pero la “lumpencracia” no necesita solamente de políticos y abogados. Deben apoyarla y participar economistas, periodistas o pseudocolumnistas, personajes autonombrados pastores de ideas religiosas permisivas, empresarios enormes, grandes o medianos, o constructores de obras de infraestructura. Se imposibilita ningún logro nuevo si se trata de cambiar dejando a los mismos o sustituyéndolos con quienes hagan lo mismo. Es explicable entonces la preocupación de los países amigos, porque esta forma de gobierno es también una causa principal de la migración de familias enteras dispuestas a perecer de frío o a manos de los desalmados traficantes, quienes los llevan a un país inhóspito aún al no haberse borrado las huellas del trumpismo.

Cada vez se manifiestan con más claridad las formas de acabar con la migración. Una especie de Plan Marshall de varios países, estrictamente vigilado por quienes otorguen los fondos y con la clara comprensión del largo tiempo que hará falta para obtener los frutos indispensables y convencer a los guatemaltecos de no tener necesidad de migrar, deshacer su cultura, su identidad, ser siempre tratados como extranjeros indeseables porque allí por razones de racismo o de estulticia no se entiende o no se quiere entender ni el problema ni las causas de este, como resultado de políticas equivocadas de gobiernos anteriores. Mientras, la “lumpencracia” seguirá causando estragos. Urge erradicarla.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.