CATALEJO

Cuando las élites no cumplen sus tareas

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La élite es, según el diccionario, “una minoría selecta y rectora”. Selecta es algo “reputado como lo mejor entre su especie”, y rectora significa persona regidora o gobernante, o al mando de una comunidad, hospital o colegio. (Diccionario de la Lengua Española). Pero en la realidad de estos tiempos, élite es un conglomerado humano no mayoritario y por ello la calidad de minoría selecta se amplía enormemente. Ejemplos: en Guatemala se es miembro de élite si se sabe leer, si se entiende la lectura, si se ha terminado la primaria, secundaria o universidad. En cuanto a beneficios, la capital convierte a sus ciudadanos en integrantes de una élite: hay agua corriente, el hogar tiene agua caliente, está colocado en lugares con buena urbanización.

Las anteriores constituyen élites humanas pero las hay —podríamos decir— de grupo o institucionales y por ello es válido hablar de élite económica, académica, etcétera. Cuando como tales, estas fallan en su función, los daños abarcan muchas veces a la totalidad de los estratos e instituciones sociales. En este caso, la pertenencia a la élite puede ser individual o colectiva. Muchas veces se acusa a alguien de tener alguna idea predeterminada: si usted es millonario, debe pensar así; si usted es abogado, no puede pensar sólo en el espíritu de la ley; si usted es político, debido a la tergiversación y manipuleo de conceptos válidos debe actuar en forma corrupta porque así lo hacen muchos, Etc.

La élite política y la élite económica tienen enorme importancia porque sus decisiones pueden afectar positiva o negativamente el curso de la sociedad y también la historia de los países. No se puede evitarlas porque en sí mismas tienen un papel primordial similar al de la élite filosófica: la guía con el pensamiento y con la obra para el resto de ciudadanos, no interesados o despojados de sus derechos de ejercer da vigilia por los beneficios dirigidos a alcanzar la mayor cantidad posible de miembros de la sociedad. Esta tarea en este momento es imposible de doblegar debido al avance de las tecnologías de la comunicación instantánea al alcance de la totalidad de seres humanos. Lo urgente es colocar valladares a fin de evitar la tergiversación o la vulgar distribución de mentiras.

Ayer circuló un mensaje con las fotos del procurador de los derechos humanos con el candidato a vicepresidente de la ONU en una mesa de restaurante, todos riendo a carcajadas. Es un yerro del procurador haber aceptado esa invitación etílica, de la cual fueron tomadas fotos hechas circular por las redes. Los funcionarios no han entendido algo verdaderamente asombroso: no deben ingerir licor en lugares públicos, con personajes cuestionables según la bandería política. No le conviene a nadie. Además, la invitación puede ser una trampa, en este caso, para desprestigiar a un funcionario cuya labor es cuidar los derechos humanos ciudadanos, uno de los temas más pisoteados por todo el mundo. Tiendo a pensar en la posibilidad de esa emboscada.

' Las élites, por sí mismas, no son malas. Lo son las acciones de abuso realizadas por todos o algunos de sus integrantes.

Mario Antonio Sandoval

Si el miembro de una élite falla, fallan los demás. De hecho, cuando no se animan a tomar distancia pública. Otro ejemplo: la élite militar actual tiene muchísimos motivos para ser señalada de fallar en sus metas y fines. Y así la lista es enorme. Por eso, el inicio de un camino por el progreso nacional comienza con la tarea de convencer a cambiar a ciertas élites díscolas y sin visión a mediano y largo plazo. Es momento de pensar en este tipo de temas porque el riesgo es enorme, casi certeza, implica luego de las elecciones de agosto como una continuación de la vieja política. Es complicado, sobre todo cuando las élites, pocas, se caracterizan muchas veces por su testarudez, base del actual subdesarrollo nacional causante de un inequívoco retroceso para todos.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.