CATALEJO

Cuatro criterios para Alejandro Giammattei

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Comienzo los Catalejos de este 2020 con un saludo a mis lectores, deseándoles haber pasado un Año Nuevo tranquilo y por ello con la necesaria dosis de esperanza porque sea bueno para todos. Como mis temas son primordialmente políticos, creo necesario hablar acerca del acontecimiento con el cual comienza el cuarto lustro de este siglo. Es perder el tiempo, estoy seguro, referirnos al agonizante régimen de hoy, y aunque persiste el riesgo de aún más motivos de vergüenza para la población consciente, se trata de un régimen sentado desde antes de finalizar en el banquillo de los acusados ante la Historia, cuyo juicio –como siempre— será implacable e inapelable. Ahora, el centro de la discusión y del intercambio de ideas lo tiene el doctor Alejandro Giammattei.

' La soledad de la presidencia se incrementará por la falta de luna de miel y beneficio de la duda, debido a la necesidad de acciones correctas.

Mario Antonio Sandoval

El flamante presidente electo hace varios meses, antes de tomar posesión dentro de once días, necesita tener muy claras las razones de su llegada, resultado de la combinación de una serie de circunstancias diversas. Primero, se repite el caso de Jimmy Morales en el sentido de haber recaído en él la preocupación y espanto ciudadanos por la posibilidad de un gobierno encabezado por Sandra Torres. Quien fuera la presidenta de facto durante el régimen de Álvaro Colom, era realmente la aspirante oficial, con la meta de continuar los desmanes de todo tipo iniciados o profundizados por el cómico-presidente de Guatemala en los últimos cuatro años. Ello explica actuaciones de Consuelo Porras, del Tribunal Supremo Electoral, pero la jugarreta falló.

Segundo: Giammattei llega con debilidad propia dentro del Congreso por tener pocos diputados, a lo cual se agrega la fortaleza de la Unidad Nacional de la Esperanza, mantenida viva como resultado de muy cuestionables decisiones del TSE. Debería estar en proceso de extinción, con lo cual desaparecería la fuerza de la UNE y con ello su posibilidad de alianzas oscuras con grupos electoreros como los unionistas, o más bien dicho el único unionista, otra muestra clara de politiquería barata y de burla a la voluntad popular. Esta mencionada debilidad del nuevo presidente se verá reflejada en la imposibilidad de tomar decisiones sin un previo acuerdo con los nefastos sandristas, en realidad un contubernio, es decir una alianza vituperable, es decir deshonrosa.

Tercero: al llegar a gobernar, pocos comprenden la soledad del trono presidencial. Pero es muy clara. Serán aplaudidos o señalados en forma personal por los aciertos o errores cometidos cuando se llega al poder. Y es una soledad entre multitudes, ya sea ciudadanas, de representantes grupales y por ello interesados en beneficios, y por los cortesanos, aduladores por excelencia, y por ello interesados en estar en el círculo cercano, desde donde pueden vender influencias de todo tipo. En ese sentido, hasta los integrantes del gabinete no pueden escapar de ser sospechosos de acciones cuestionables, un explicable resultado de los tantos casos de corrupción derivados del círculo interno, muchas veces con el conocimiento y autorización del jefe del Ejecutivo.

Cuarto: a causa de los impresionantes avances tecnológicos actuales, la información fluye instantáneamente por todo el mundo. Ello tiene un aspecto positivo, consistente en dificultar en mucho la divulgación de mentiras oficiales o de interpretaciones absurdas de las decisiones y de las acciones de gobierno. Esto influye en la ausencia de la “luna de miel”, del “beneficio de la duda” y demás frases aplicadas a otros presidentes. Obviamente, del doctor Giammattei dependerá cómo quiere ser recordado por la historia, pero acerca de ese tema es posible redactar otros artículos. Y también es fundamental cómo desea ser calificado por su familia, cuyos miembros tienen el indudable derecho de no sufrir burlas ni críticas por acciones no directamente culpa de ellos.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.