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El mangle es sinónimo de vida

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El calentamiento global es el mal de nuestra era. Es un grave problema que afecta a toda la humanidad. Sus efectos serán devastadores en los próximos decenios, si no reducimos las emisiones de gases de dióxido de carbono y metano que emitimos, provocando el efecto invernadero en la atmósfera del planeta. El cambio climático (CC) que los humanos hemos generado puede ser catastrófico si permitimos que la atmósfera terrestre aumente en más de 4°C para finales de este siglo XXI. Provocará sequías, extinción de especies de flora y fauna, la acidificación de las aguas de los océanos, el deshielo en los polos. Muertes masivas y desplazamientos de poblaciones humanas y animales. Estos escenarios potenciales son escalofriantes. Son la mayor amenaza para las jóvenes generaciones porque destruyen las viviendas de la gente, interrumpen los sistemas viales, arrasan los cultivos forzando la migración de las poblaciones rurales a los centros urbanos. Frenan el desarrollo, el comercio, especialmente el de naciones vulnerables como Guatemala. Y lo peor, nos hace sentir impotentes frente a ellos. No obstante, la organización Greenpeace considera que estamos a tiempo de minimizar sus consecuencias más severas. ¿Cómo ayudar para impedir la catástrofe?

Una medida clave ha sido proteger los bosques terrestres. Los árboles absorben el CO2 al remover y almacenar el carbono y liberar el oxígeno. Hoy comento un descubrimiento reciente que se considera como una poderosa herramienta natural para combatir el flagelo del calentamiento global. Me refiero a la protección y regeneración del bosque de mangle, que está en peligro de extinción a nivel mundial. El manglar es un ecosistema marino-costero situado en los trópicos y subtrópicos del planeta. Un manglar es un conjunto de árboles que crece en terrenos costeros con altos niveles de salinidad. Sus bosques son la transición de la tierra al mar. Las raíces aéreas de sus árboles, que emergen de las aguas saladas en las costas y estuarios, forman un armazón que alberga una infinidad de especies de animales, desde manatíes hasta cocodrilos, tortugas, garzas y monos. Son zonas de apareamiento y cría para múltiples especies de aves, peces, moluscos y crustáceos, que son la base de la alimentación humana. Protegen las costas de la erosión y forman una barrera natural que protege a las comunidades costeras de los huracanes y las inundaciones. Son un ecosistema irremplazable… único.

' El bosque de mangle absorbe diez veces más carbono que un bosque terrestre.

Rita María Roesch

En septiembre del 2018, la revista Fast Company publicó que Apple, una de las compañías más grandes del mundo, invertirá en plantar mangle en áreas degradadas y protegerá los bosques existentes, en un área de 109 km2 en Colombia. Esta regeneración del bosque de mangle facilitaría la captura de aproximadamente un millón de toneladas métricas de emisiones de CO2 durante su vida útil. Las ramas, sus hojas y sus raíces debajo del agua pueden “absorber y almacenar hasta diez veces más carbono que un bosque terrestre”, anunció Lisa Jackson, vicepresidente de políticas y medioambiente de Apple. El científico M. Sanjayan, director ejecutivo de Conservación Internacional, que se asoció con Apple en el proyecto, comentó que “los árboles de mangle tienen el almacenamiento de carbono más denso de cualquier hábitat en la Tierra”. Y envió un poderoso mensaje al mundo, dijo: “Si realmente quieres cambiar el termostato del planeta en tu vida, ¡no destruyas los manglares! Restaurarlos es una de las cosas más importantes que puedes hacer”. El mangle es un tesoro natural en Guatemala. Sin embargo, estudios del PNUD revelan que han sido taladas más de 10 mil hectáreas. Urge restaurar nuestros bosques de mangle, que, además de estar amenazados por la tala, peligran por la incontenible afluencia de basura que arrastran los ríos. “El mangle es sinónimo de vida, ¡protejámoslo!”, cantó el Clarinero.

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