MIRADOR

El papel que todo lo aguanta

|

Hace poco —durante una entrevista en un medio radial— escuché a un abogado decir que había cierta candidata con intención de perpetuarse en el poder ocho o incluso 12 años. Se refería a Zury Ríos y la conversación se desarrollaba en el contexto de ese mantra amañado, artificialmente construido y persistente de que “somos como Nicaragua”, especialmente ahora que muchos de los que condenan aquel régimen han adoptado una postura más contundente de la de hace unos años, más permisiva con el “comandante”.

' Quienes dicen que nos parecemos, o somos, como Nicaragua obvian que los dictadores latinoamericanos del momento son socialistas.

Pedro Trujillo

Ser abogado —en este país de abogados— siempre ha sido peculiar. Lo que ignoraba hasta ahora es que, además del título -títulos-, de “Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Abogado y Notario”, otorgan —quizá como extra— la especialidad de “pitonisa con bola”, y no precisamente de cristal. En el contexto del debate era necesario generar esa imagen de la candidata que se perpetuará —según el conspicuo leguleyo— para posteriormente concluir que por eso nos parecemos a Nicaragua. Una de las muchas falacias argumentativas que amplia y pérfidamente utilizan en aquel gremio.

No sé si Zury Ríos podrá —o querrá— ser candidata, y sobre todo desconozco la postura que adoptará la CC en relación con el tema, aunque hay antecedentes. De lo que estoy seguro es de lo ocurrido en dos ocasiones pasadas en las que se postuló. En una participó porque cuando la CC debió conocer al amparo ya se habían producido las elecciones; en la otra, el Registro de Ciudadanos le negó la participación en función de lo establecido en la Constitución, e impidió su candidatura.

El debate y los señalamientos se reactivan después de las elecciones en Nicaragua y tras la aprobación por la administración norteamericana de la Ley Renacer, que recoge una serie de medidas contra el régimen de los Ortega-Murillo. Quienes dicen que nos parecemos, o somos, como Nicaragua —en un claro afán de presentar al país como una dictadura— obvian que los dictadores del momento son socialistas: Cuba, Nicaragua y Venezuela, y que el populista por excelencia —Bukele— militó en el FMLN. Es decir, por si no ha quedado suficientemente claro: el autoritarismo del siglo XXI en el continente llega de la mano de la izquierda radical y revolucionaria, esa que promueve la “resistencia” a no se qué muy bien, y admiró o practicó la lucha armada por años. Sin embargo, ponen empeño en confundir al ocultar que esos partidos de ideología de izquierda radical —de la que muchos profesan— tienen a aquellos países bajo la bota dictatorial y criminal, y no estos otros “de derecha”, como gustan tildarlo, que siendo ineficientes y poco exitosos no alientan —al menos todavía— la debacle que padecen los ciudadanos de aquellas latitudes. También callan interesadamente —los que advierten de que “somos como Nicaragua”— que la tal Ley Renacer fue votada afirmativamente por más republicanos que demócratas y se opusieron a ella seis republicanos y 29 demócratas. Curioso —o coincidente— que aquellos que no aprueban la ley contra el régimen de Nicaragua pertenecen, en su mayoría, al ala más radical del partido demócrata, como la destacada Alexandria Ocasio-Cortez.

Hay grupos ideológicos que son excelentes manipuladores con discursos monolitos y falaces que repiten al mejor estilo Goebbels —otro nacionalsocialista— hasta que algunos terminan creyéndolos. Definitivamente no somos Nicaragua —por eso puedo seguir escribiendo y disintiendo—, y quienes desean que nos parezcamos son justamente aquellos que pregonan ese discurso mientras aplauden revoluciones, guerrillas, subversiones, resistencia y, ahora, además, son capaces de leer el futuro de la debacle que se nos viene. ¡Por favor, licenciado, más seriedad y menos militancia!

ESCRITO POR:

Pedro Trujillo

Doctor en Paz y Seguridad Internacional. Profesor universitario y analista en medios de comunicación sobre temas de política, relaciones internacionales y seguridad y defensa.

ARCHIVADO EN: