ECONOMÍA PARA TODOS

Experiencias previas a la vacunación anticovid-19

|

Para conocer las experiencias de vacunaciones en Guatemala, le solicité al Dr. Julio Mérida Garay, médico colegiado No. 1499, quien lo expone seguidamente.

' Entre 1970 y 1974, se organizó la primera vacunación nacional de sarampión, poliomielitis y triple.

José Molina Calderón

Ahora que debido a la pandemia hubo que cerrar temporalmente las casas de la Sociedad Protectora del Niño, que es donde he laborado como médico pediatra por más de 40 años, me ha venido a la memoria el trabajo de mi padre, doctor Julio César Mérida de León (1917-2008). Fue el director de la Gran Cruzada Nacional contra la Tuberculosis (1956-1958), la primera vacunación a nivel nacional que cubrió al 67% del total de habitantes del país en esa época. Por este trabajo le fue otorgada la Orden del Doctor Rodolfo Robles, premio del Gobierno a un destacado profesional de la Medicina.

Quiero reconocer las enseñanzas de su maestro el doctor Ernesto Cofiño Ubico, eminente pediatra que fundó la primera institución privada contra la tuberculosis del niño. El hospital se llamaba Colonia Infantil de San Juan Sacatepéquez, y era sostenido por el Club de Leones Guatemala.

Mi padre había estudiado Pediatría. Le tocó actuar en el campo de la medicina social o medicina de Salud Pública, ya que la tuberculosis era una enfermedad contagiosa y catalogada como enfermedad social. Quiero hacer notar el parecido que tiene la infección por covid-19 a la tuberculosis, ya que afecta en menor grado al niño que al adulto, por lo que no sería errado llamar al covid-19 una enfermedad de tipo social.

Mi padre, al ocupar el cargo de director de Servicios de Salud de 1970-1974 en el Ministerio de Salud Pública, organizó la primera vacunación nacional de sarampión en conjunto con poliomielitis y triple (difteria, tos ferina y tétanos), en unión con la Oficina Sanitaria Panamericana, rama de la Organización Mundial de la Salud, OMS, y la iniciativa privada guatemalteca, para toda la población infantil menor de 6 años de forma gratuita. Dicha campaña de vacunación se sigue efectuando de forma periódica hasta la fecha.

Desde hace un tiempo, no ha habido casos diagnosticados de sarampión en Guatemala y, además, la OMS certificó la erradicación de la poliomielitis a partir de 1984.

Con orgullo, recuerdo cuando acompañaba a mi padre y demás personal de vacunación a municipios, aldeas y caseríos de toda la república para inmunizar a los niños. Observé con sorpresa que los pobladores no conocían lo que era una vacuna, llegando al extremo de esconder a los infantes para evitar la vacunación. Los trabajadores de la Salud, médicos, enfermeras, estudiantes de medicina, mantenían la cadena de frío para que la vacuna no perdiese su actividad. Desde que el avión tocaba tierra en Guatemala se mantenían rigurosamente los protocolos de nivel de temperatura de las vacunas; se hacía en cuartos fríos, congeladores, frigoríficos, hasta llegar a las hieleras termo, usadas por decenas de abnegado personal de enfermería, muy bien capacitado. En aquel tiempo, el costo al Ministerio de Salud fue de 25 centavos por vacuna.

Al término de la Gran Cruzada Nacional contra el Sarampión, a mi padre se le premió con la Orden del Hermano Pedro de San José de Betancourt, en 1974.

En el año de 1982, un día nos reunió a mi madre y hermanas, y nos dijo que teníamos un viaje a Estados Unidos de América, a Washington DC, ya que había hecho el esfuerzo de que toda la familia lo acompañara a recibir un homenaje de la Organización Mundial de la Salud, como el mejor administrador en salud pública de Latinoamérica.

ESCRITO POR:

José Molina Calderón

Economista. Consultor en gobierno corporativo de empresas familiares. Director externo en juntas directivas. Miembro de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala. Autor de libros de historia económica de Guatemala.