CATALEJO

Fin de mi satisfactorio trabajo de editorialista

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Desde hace tres semanas ya no tengo la responsabilidad moral de tener a mi cargo el editorial de Prensa Libre, voz oficial de la institución, escoger su tema, redactarlo y /o revisarlo y aprobarlo. Quedo en la más fácil tarea de columnista, en la cual seguiré presentando, como lo he hecho desde hace 34 años, mis criterios personales y no los de una institución. Ese trabajo queda ahora en otras personas, periodistas o no, y la carga legal y ética recae en la dirección y la presidencia de este matutino. Deseo buena suerte a quienes ya realizan esa tarea, de dificultades profundas, numerosas y variadas. Escribí 6,240 editoriales y aprobé 2,496, para un total de 8,736. Me siento satisfecho porque considero haber cumplido, al no recibir nunca una crítica interna al trabajo.

' En los editoriales se deben aplicar los principios filosóficos de los grandes pensadores, algunos desde hace casi tres mil años.

Mario Antonio Sandoval

Creo necesario explicar a los lectores algunas diferencias entre el editorialista y el columnista. El trabajo del primero es anónimo e institucional, mientras el segundo es personal. Todo periódico independiente, como Prensa Libre, tiene la obligación de presentar trabajos de personas con criterios distintos, para cumplir con su servicio a los lectores en cualquiera de las plataformas utilizadas, ya sea escrita o electrónica. Presentar opiniones diversas y diferentes o incluso contrarias al editorial, lejos de ser muestra de debilidad lo es de fortaleza, porque los hechos y las ideas pueden ser interpretados de manera distinta y así contribuyen a la divulgación de criterios útiles para quienes leen los diarios. De esta forma se realiza la tarea periodística de orientación.

Los medios de comunicación son muy particulares. Para cumplir con su tarea deben verse internamente como instituciones necesitadas para sobrevivir de criterios profesionales periodísticos, obviamente aplicando buenas prácticas empresariales. No deben ser considerados empresas con algunos criterios periodísticos. Cuando nacen, su éxito económico se debe al aumento de la audiencia y esto trae la publicidad, gracias a la cual hay utilidades y con ello oportunidades para mejoras técnicas, de personal, etcétera. Cuando pierden su credibilidad, factor imposible de reponer, se reduce la circulación y audiencia, se evapora la publicidad y mueren en corto o largo tiempo. Esta verdad, difícil de comprender para muchos, es una constante histórica.

Desde la perspectiva ética, la prensa independiente debe colocarse en una posición equidistante de los extremos, como pide Aristóteles; dar importancia a los hechos con efectos positivos para la mayoría, no un grupo minoritario, y así sigue a John Mill, y tener normas internas para poder explicar sus decisiones, es decir lo pedido por Emanuel Kant. Por ello la parcialización, la actuación diferente según las circunstancias y el beneficio a grupos minoritarios constituyen ejemplos de ruptura ética. Eso es imposible de entender a los sectores afectados por las resoluciones legales o políticas, y sus miembros suelen calificar de enemigo a un medio cuyo editorial no los apoya descaradamente. Se ha llegado al extremo de tratar de ahogarlos económicamente.

Tres filósofos del periodismo, los autores estadounidenses Clifford G. Christians, Kim B. Rotzoll y Mark Fackner en su libro Ética de los Medios señalan algunos valores fundamentales, muchas veces cumplidos pero no necesariamente concientizados por los medios. Analizan cada caso, observan los principios éticos (dados por las ideas de los filósofos) y posteriormente escoger las lealtades. El periodista y editorialista, para cumplir con su tarea, necesita tener esto en mente. Al ser la voz oficial, tiene un deber moral consigo mismo, con los colegas, con la sociedad, los lectores, suscriptores y anunciantes. Para finalizar, reitero mi satisfacción por la tarea realizada, en base a los principios y valores escogidos por los fundadores, quienes me los enseñaron.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.