LA BUENA NOTICIA

Guatemala en la encrucijada: el 20A se define

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Las comunidades eclesiales durante tres domingos consecutivos vienen escuchando historias de la vida campesina contadas por Jesús, para presentarles la utopía del Reino, como el proyecto de Dios para un mundo nuevo abierto a la trascendencia, que se construye, en la historia y entre los pueblos, desde los valores del amor y la verdad, la justicia y la paz, la fraternidad y la amistad social, el desarrollo humano integral y sostenible en armonía con la creación.

Estas parábolas están inspiradas en la vida cotidiana: la del campesino que salió a sembrar la semilla por doquier, aquel otro perverso que le sembró cizaña, aquella mujer con levadura para el pan, aquel comerciante en perlas finas, el trabajador que descubrió un tesoro, entre otras. Su finalidad era poner a los oyentes en una encrucijada: entrar en la dinámica del Reino como un nuevo estilo de vida o continuar bajo el régimen opresor e inhumano representado en Herodes y el imperio romano.

Para la sociedad guatemalteca, estas parábolas plantean el mismo dilema: forjar una nueva primavera democrática, “signo de los tiempos”, preñada de dignidad humana y abierta a la trascendencia o seguir bajo este régimen deshumanizante, dictatorial, corrupto, criminal y represor que pretende perpetuarse. Es imperativo, ético y político impulsar un proceso de liberación, que exige la opción de cada ciudadano, para que esa nueva aurora de dignidad y esperanza despunte, después de “la noche oscura” de un país secuestrado por políticos marrulleros y élites económicas privilegiadas.

' La utopía del Reino es el proyecto de Dios para un mundo nuevo abierto a la trascendencia.

Víctor Manuel Ruano

Guatemala, después de 200 años de independencia, aún no logra la ruta del desarrollo humano e integral, por eso el reino de Dios en este contexto se entiende como la apuesta por una nueva sociedad, en la que todos tengan vida digna. Esa es la propuesta de Jesús a pueblos sedientos del sentido verdadero de la vida personal y social, el sueño de una sociedad diferente construida sobre el fundamento de la dignidad humana y del respeto a las culturas de los pueblos.

Su oferta era atractiva al hablar de “una perla preciosa” y de “un tesoro escondido”, que al encontrarlos se debe despojar de todo con tal de conseguirlo. Esta opción se vive “con gran alegría”, porque en esa sociedad nueva descubrimos “el sentido de la vida” y de la historia; y el empeño por construirla hace que, con generosidad, pongamos todo lo que somos y tenemos para lograrla. Ese futuro distinto y mejor, en el marco de una sociedad justa, fraterna y abierta a la trascendencia es nuestra utopía.

Después de 70 años, hoy tenemos la posibilidad de soñar con una nueva Guatemala, liberada del Estado excluyente y capturado por mafias que imponen sus decisiones ilegítimas, como la cizaña, dando origen a un régimen clientelar, corporativo y criminal, que atenta contra el estado de Derecho. Esto implica despojarnos de formas anacrónicas y corruptas, para construir juntos el país que merecemos y por el que luchamos desde lo cotidiano en nuestros trabajos y con nuestras familias.

La sociedad nueva que anhelamos no se logra con prácticas religiosas intimistas e individualistas, desconectadas de la realidad ni con el cumplimiento de obligaciones que impone la religión como forma de control sobre los demás. Tampoco con la visión de un cristianismo que se reduce a promesas de felicidad para después de la muerte como paga a nuestros méritos. “El tesoro” que puede cambiar nuestra forma de vivir es la nueva humanidad que todos, en el fondo de nuestro corazón, anhelamos, que es un ambiente de respeto y tolerancia, de estima y solidaridad, donde podamos vivir como personas en una sociedad altamente humana y solidaria. El 20A es la gran oportunidad.

ESCRITO POR:

Víctor Manuel Ruano

Presbítero de la Diócesis de Jutiapa. Licenciado en Sociología por la Pontificia Universidad Gregoriana, Roma. Fue rector y profesor del Seminario Nacional de la Asunción, Guatemala, y vicerrector académico Cebitepal, Colombia.