HAGAMOS LA DIFERENCIA

Hay o no pobreza en Guatemala

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En días recientes circuló por las redes la preocupante noticia de que Guatemala ocupa el primer lugar en el nivel de pobreza de Latinoamérica, con 59.3% de personas que viven por debajo de la línea de pobreza. Nos coloca por encima de Haití, con el 58.3%. Ramón Parellada en artículo de opinión hace referencia al artículo publicado por Market Trend, de la Universidad Francisco Marroquín: Falsedades de la pobreza en Guatemala, donde explica que la información proporcionada es errónea, y al jalón de orejas que el Banco Mundial hace a la BBC por la publicación de la gráfica donde presenta esos datos, comparando peras con manzanas, así como lo difícil que resulta estimar la pobreza en un país. Indica además que Guatemala es un país increíblemente rico con mucha pobreza en el interior y que no hace falta ningún índice para darse cuenta de ello. Sin embargo, enfatiza que quienes insisten en las mediciones de la pobreza para llevar a cabo políticas públicas redistributivas suelen manipular la información, cuando la realidad es que la ausencia del Estado en el área rural es la que ha provocado estas horripilantes disparidades, se manipulen o no los datos, la cruda realidad en el interior es esa, familias enteras con escasez alimentaria que limita su desarrollo, obligándolas a consumir uno o dos tiempos de comida al día. Uno de los graves problemas en este país es que “somos un país sin datos confiables”.

' Las publicaciones de la BBC levantaron las alertas sobre la realidad de la pobreza en Guatemala.

Samuel Reyes Gómez

El último censo, realizado en el 2018, se hizo después de 16 años, cuando lo recomendable es cada 10 años. El del 2002 se hizo de forma apresurada, por manipulación política, para aumentar el número de diputados, solo ocho años después del anterior, realizado en 1994. Esto provoca serios problemas en cualquier cálculo que se requiera efectuar. Cada grupo de interés manipula los datos a su conveniencia. La canasta básica alimentaria y ampliada, que da origen al IPC, que sirve para los cálculos de la inflación, ha adolecido de serias deficiencias en sus cálculos. Los 26 alimentos que se empleaban en el pasado para el cálculo eran “de segunda”. La lista incluía: crema sin envasar, leche corriente, pollo con menudo, hueso con carne, arroz de segunda, pan francés corriente, aceite corriente, bananos y plátanos maduros. Increíblemente nos consideraban como ciudadanos de segunda. En fechas recientes ese listado fue corregido, pero aún no refleja las necesidades básicas de una persona para crecer y desarrollarse sanamente.

Macroeconómicamente el país está estable, pero microeconómicamente descalabrado. Grupos de poder y detrás del poder manipulando la distribución de la riqueza para llevarla a sus arcas personales, un país con abundantes riquezas naturales, pero con recursos mal explotados, al servicio de unos pocos, con el gobierno y, en especial, el sector justicia cooptado, sin estado de Derecho, sin reglas claras. Un gobierno que perdió el norte antes de haberlo encontrado.

Los datos sobre la pobreza, difíciles de calcular y aunque poco confiables, deben hacernos reflexionar, no es posible que un país con alto potencial esté llegando a estos niveles de miseria. Puede salirse adelante si un grupo de ciudadanos honorables deciden tomar el poder. Las próximas elecciones podrían ser decisivas. Esperamos que surja un buen líder que gobierne el país, pero sobre todo un grupo de ciudadanos dispuestos a apoyar, en forma desinteresada, buscando el bien común. Si la democracia aún es válida, hagámonos valer y meditemos nuestro próximo voto. Debemos ayudar a despertar a ese grupo de personas que se venden por miserables dádivas a la hora de ejercer su sufragio, para que piensen que el disfrute momentáneo es el acicate del futuro.

ESCRITO POR:

Samuel Reyes Gómez

Doctor en Ciencias de la Investigación. Ingeniero agrónomo. Perito agrónomo. Docente universitario. Especialista en análisis de datos, proyectos, educación digital. Cristiano evangélico.