LA BUENA NOTICIA

La formación de los sacerdotes

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Mañana es el cuarto domingo de pascua. En las iglesias católicas, durante la celebración de la misa, ese día se lee, todos los años, un pasaje tomado del capítulo 10 del evangelio según san Juan. Allí Jesús desarrolla una enseñanza sobre su persona y su misión utilizando la imagen del pastor ejemplar. Por eso, ese día se conoce como Domingo del Buen Pastor.

' Mañana será un día para pedir al Señor que dé a la Iglesia sacerdotes santos.

Mario Alberto Molina

En la concepción católica, el ministerio de los sacerdotes consiste en prolongar la misión del Buen Pastor a través de la predicación del evangelio, la celebración de los sacramentos y el ejercicio de la caridad. Desde que Jesús resucitado dijo a sus apóstoles “como el Padre me ha enviado, así los envío yo a ustedes”, la Iglesia ha entendido que, a través del sacramento del orden, esa misión se ha transmitido en la sucesión de los obispos y de sus colaboradores, los presbíteros. De allí deriva la Iglesia su autenticidad y legitimidad. Por eso mañana es un día en que la Iglesia hace especial oración por las vocaciones al ministerio sacerdotal.

Pero ¿cómo se educa a un sacerdote? Las infidelidades y las conductas impropias de los sacerdotes que han causado tanto dolor a las víctimas y escándalo a los fieles han menoscabado la credibilidad del clero católico y han obligado a la Iglesia a revisar el programa de formación de los sacerdotes. El proceso se ha vuelto más atento a una pluralidad de dimensiones de la persona a las que antes se les prestaba menor atención. La nueva guía publicada en tiempos del papa Francisco tiene sus raíces en indicaciones e instrucciones del papa Juan Pablo II en 1992 y de Benedicto XVI en 2013. Juan Pablo II fue el primero que subrayó que no solo había que prestar atención a la dimensión académica de la formación, sino también a la humana, a la espiritual y a la pastoral.

La formación de los sacerdotes se realiza en instituciones llamadas “seminarios”. Establecidos en el siglo XVI, han sido desde entonces el ámbito propio para la formación de los ministros de la Iglesia. Pero los procesos formativos han cambiado a lo largo de los siglos. Un signo del cambio de énfasis en esta nueva guía para la formación sacerdotal es el cambio de nombre para designar las etapas del proceso formativo. Antes se designaban según los estudios que se realizan. Etapa de filosofía para los primeros años; etapa de teología para los últimos años. En el nuevo planteamiento, el itinerario de un seminarista dura ocho años, distribuidos en tres etapas, que llevan nombres que designan un proceso humano y espiritual de identificación con Jesús y su mensaje: etapa del encuentro con Jesús, de un año de duración; etapa del discipulado en la escuela de Jesús, que dura tres años; etapa de la configuración con Jesús Buen Pastor, que dura cuatro años. Cada etapa tiene su dimensión académica propia: estudios introductorios, filosóficos y teológicos. Pero se presta enorme atención a la dimensión humana, psicológica, moral y espiritual del candidato. La espiritualidad es, al fin y al cabo, el desarrollo de una humanidad integral sana focalizada en la entrega a Dios según la propuesta de Jesús y su Evangelio.

En Guatemala, el Seminario Mayor Nacional de Nuestra Señora de la Asunción es el lugar donde se forman los seminaristas procedentes de 14 de las 15 diócesis del país. La Diócesis de Sololá-Chimaltenango tiene su propio seminario. Actualmente, en los dos seminarios, bajo la guía de un equipo de sacerdotes formadores, se están educando cerca de 350 jóvenes que quieren dedicarse por entero a Dios, en el celibato, para continuar la misión de Jesús Buen Pastor. Mañana será un día para pedir al Señor que dé a la Iglesia sacerdotes santos dedicados y entregados a la misión.

ESCRITO POR:

Mario Alberto Molina

Arzobispo de Los Altos, en Quetzaltenango. Es doctor en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico. Fue docente y decano de la Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landívar.