CATALEJO

La lejana infancia de dos hermanos felices

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El hermano preprimario era tres años mayor. Ella era una niña muy sonriente y lo miraba con sus ojos, tan sonrientes como ella. Tenía su muñeca preferida, una negrita de hule con un pañal blanco, y dormía con el juguete. Comenzaron a pasar los años. En 1954, ambos se escondían temerosos bajo uno de los naranjales del patio cuando pasaban los aviones popularmente conocidos como Sulfatos, porque provocaban en muchas personas ganas de ir al baño. Estuvo en la cercana escuela de párvulos América, donde su mamá daba clases y participaban en muchos de los actos escolares. Compartían el amor de y por su tía bisabuela Teresa, quien los introdujo en el hermoso mundo de las inolvidables oraciones y los preparó para el día de su primera comunión.

' El lunes, el Buen Dios llamó a su regazo a esa nena. La arrulla ahora en la palma de Su mano. Se llamaba María Inés.

Mario Antonio Sandoval

En ese tiempo existía la ruta 4, con viejos autobuses anaranjados. Con su mamá la utilizaban y fueron conociendo a los choferes y los inspectores. En 1957 él recibió la confianza materna para llevar a su hermanita al colegio Suiza, de inolvidables recuerdos, en la 12 avenida y 14 calle. Ella era notoria por su sonrisa, bellos vestiditos, largas trenzas y los anteojos. El hermano se sentía orgulloso de ser su compañía y sufrió hasta lo indecible una vez, cuando en la 3ª avenida y 19 calle de pronto se desapareció entre la muchedumbre acompañante a una procesión. Apareció a la media hora, de la mano de un policía, cuando estaba perdida por no haber respondido los llamados maternos.

La abuela materna vivía en la zona 13, en una vieja casa con un enorme patio trasero. Una vez llevó un sanate tieso, con los ojos cerrados y las patas hacia arriba, diciéndole a los familiares “encontré un pajarito dormido”. Durante una visita a Chiquimula, un tío se disgustó con el hermano porque le pegó y entonces él recibió la única cinchaseada de su vida. Para sus 15 años tenía una enorme felicidad y nervios. Al bajar la escalera del segundo piso se tropezó, y al caer se hizo una herida en la pierna. Él, al ver eso, no pudo evitar el recuerdo de una vez en una piñata, cuando jaló sin querer una olla con agua hirviendo y le sacó ampollas en todo su bracito derecho. El doctor hizo estallar las enormes ampollas con un bisturí y quedó necesitada de tener una venda durante diez días, o algo así.

La graduación fue de maestra para párvulos, siguiendo la tradición materna. Se fue a Francia para aprender francés y estuvo en un pequeño pueblo cercano a la frontera con Bélgica. El también salió del hogar para estudiar un año en Estados Unidos. Al regresar fundó un parvulario en el amplio jardín de la casa familiar para atender amorosa y muy profesionalmente a los hijos de los vecinos. Ya para entonces ambos comenzaron a buscar su propio camino y como parte de eso cada uno de ellos encontró a alguien con quien compartir la vida, en una decisión acertada para los cuatro involucrados porque ambos fundaron familias ejemplares, por herencia de las familias de donde provenían, permanentes hasta cuando la muerte los haya separado físicamente.

Ella es Marinés, y su hermano, Mario Antonio, casados con Jorge y María Eugenia, respectivamente. El lunes terminó la vida de la nena de los anteojitos y ojitos brillantes. Los dos hermanos tuvieron tres hijos varones cada uno, frutos de buena estirpe y creadores de estirpes iguales. Todos estamos tristes pero al mismo tiempo seguros de su viaje para encontrarse con sus papás y sus suegros. He decidido pensar con exclusividad en los tiempos de la infancia, cuando éramos tan felices entre nuestra inocencia. Y decidí también ver hacia adelante. Los nueve nietos míos y los cuatro de ella comparten el deber de mantener esa estirpe, porque viene de los cuatro lados. Ahora es tiempo de llorar.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.