Catalejo
La tan persistente duda de quién tiene el mando
Sigue la duda de quién tiene el mando verdadero en el país. Las reformas al presupuesto pasarán en un tiempo corto.
La señora Consuelo Porras, con sus decisiones realizadas directamente o por medio de sus obedientes peones, hace pensar en considerarla la mandamás del país y de cuál es realmente el papel de las cortes Suprema y de Constitucionalidad, el Congreso de la República, el presidente, los diputados, los alcaldes. No es exagerado considerarla una repetición del caso de Sandra Torres hace algunos años, quien ejerció de hecho el cargo de Álvaro Colom. Esto explica su persistencia en participar como candidata de su partido UNE en dos ocasiones, y la buena relación existente con el oficialismo actual, aunque haya desaparecido virtualmente a partir de la segunda última vuelta electoral y mantenga su influencia vía mandatos maternales dentro del Congreso.
Sigue la duda de quién tiene el mando verdadero en el país. Las reformas al presupuesto pasarán en un tiempo corto.
Preocupados por la lucha cotidiana por el sustento, los guatemaltecos no se interesan por conocer nada del aparato legal, del cual desconfían —con toda razón— y no tienen conocimiento de cómo funciona. Desconocen además las condiciones para llenar los puestos públicos a cualquier nivel, y por otro lado pronto se arrepienten de haber depositado su voto, cuya motivación en demasiadas ocasiones es escoger entre quien consideran malo, para evitar la llegada del peor. Las razones, o más bien pretextos para escoger a candidatos y a funcionarios en otros puestos, muy pocas veces se relacionan con la capacidad personal, sino lo hacen con el parentesco, la gavilla, la participación en la lucha electoral y de insostenibles criterios causantes de rechazo, por enésima vez.
Semilla, al principio débil, ya tiene varios diputados y ha hecho alianzas, tácitas o reales, con varios de los “dizquepartidos” del Congreso. A mi criterio, nadie se dio cuenta del significado de la ampliación de Q14 mil millones al presupuesto nacional. La Corte de Constitucionalidad lo impidió el martes, pero el miércoles, en base a una actitud con fuerte olor a güizachada y a acciones propias del pasado reciente, volvió a aprobarlo. La velocidad de la aprobación comprueba haber sido tomada sin haber sido leída, discutida ni entendida en su verdadero significado. Esa falta de entendimiento no es solo de los ciudadanos de la calle, sino alcanza a los propios firmantes, cuyo estrecho panorama les hace pensar solo en el número 14, pero olvidando los miles de millones situados a la cola.
La CC y el Congreso. En estas dos instituciones oficiales cabe otra simple pregunta: ¿quién manda aquí y cuáles son los motivos de sus decisiones? Y esto se debe a la ya mencionada desconfianza de su integración, pues una de ellas se integra con personajes ciertamente electos, pero con niveles monumentales de desconocimiento sobre cómo funciona el Estado y de capacidad de entendimiento de textos técnicos, a veces equivocados y confusos. Quien sea el mandamás allí solo ordena la respectiva levantada de mano y a los curuleros solo les queda obedecer. Por su parte, la CC es una institución famosa por las contradicciones de un elevado número de sus decisiones, entre otras causas porque los textos escapan a la comprensión de la generalidad ciudadana.
Por estos motivos, se impone la divulgación del significado y motivo de los poderes del Estado a todo nivel poblacional y a un nivel fácil de comprender para la mayoría. No se trata de convertir en expertos a todos y de eliminar la tarea de los estudiosos y conocedores, sino de explicar cómo funciona el sistema jurídico —y también el político. Esto ayudaría a debilitar el engaño, la demagogia y la mentira, porque uno de sus efectos colaterales sería la exigencia de los derechos. Parece utópico e imposible por pertenecer a la ficción. Pero es posible, aunque tenga una enorme dificultad posible de vencer si se tiene valentía, sobre todo cívica, como ya ha ocurrido a lo largo de la historia y es aún posible de ver en el caso de Venezuela, por mencionar un ejemplo actual.