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Las oportunidades de la visita de Rubio

La visita de Marco Rubio tiene oportunidades para Guatemala y pone en ensayo la diplomacia estadounidense de este siglo XXI.

Los resultados de la visita del secretario de Estado a Guatemala serán conocidos oficialmente hasta hoy durante el día, y por eso cualquier opinión al respecto en realidad sería débil. Pero sí es posible considerarla una oportunidad para todos los sectores nacionales de estrechar filas y de participar, cada quien en su campo, en esfuerzos dirigidos a eliminar la necesidad de las migraciones irregulares a un país donde ya queda poco o nada del otrora atractivo “sueño americano”, aunque siempre debió ser el sueño estadounidense. También hay otras oportunidades inesperadas, aparentemente sin importancia, entre las cuales sobresale para los nacidos al sur del río Bravo en un tema con el cual se corregirían errores históricos y denominaciones equivocadas.

La visita de Marco Rubio tiene oportunidades para Guatemala y pone en ensayo la diplomacia estadounidense de este siglo XXI.

Uno de ellos es llamar América a un país de 9.16 millones de km, equivalentes al 21% de la superficie del continente, ahora con otros 21 países. Al ser su nombre Estados Unidos de América, su gentilicio en español es estadounidense o estadounidensano, pero no americano, porque esto incluye arrogancia. México se llama oficialmente Estados Unidos Mexicanos. América es en honor a Américo Vespucio, quien la identificó, pues Colón murió creyendo haber llegado a la India, de donde surge llamar “indios” a los habitantes de estas tierras. En justicia, todo debería llamarse Colombia. Pero eso es historia. Inalterable. Los habitantes no sajones vivimos en Latinoamérica, porque los latinos, según el Diccionario, somos “de origen latinoamericano o hispánico que vive en Estados Unidos de América”. La verdad: somos una raza nueva, de mezclas.

Las oportunidades de la visita de Rubio son varias y pueden ser un inicio en serio de la comprensión, al norte del río Bravo, de hechos históricos desconocidos sobre todo por los descendientes de europeos no ibéricos llegados cuando Estados Unidos le daba la bienvenida a quienes llegaban en barcos de vapor. El gran enemigo para todos es el fanatismo, sobre todo político, porque causa divisiones luego aprovechadas por países con radicales diferencias en el modo de ser generalizado en el continente. El respeto a la cultura, a la mejor manera de gobernarse, a la ya añeja mezcla de sangres de todo el mundo, en especial de ese sur tan importante en la economía a causa de la diferencia salarial, y el peligro de derrumbar el sistema republicano para sustituirlo con una monarquía absoluta, oligarquía, y la imposible autarquía (creer en la autosuficiencia).

Guardando las enormes distancias históricas, Rubio puede ser una especie de Marco Polo, quien llevó la cultura china a Venecia y por tanto a Europa hace 900 años. Pero para eso necesitó valentía para llegar y para enfrentarse al gobernante veneciano, quien no pudo haber sido terco, desconfiado ni convencido de su autosuficiencia, sobre todo como poseedor de la Verdad Absoluta en todo. En este momento, ya comienzan a aparecer las consecuencias no esperadas por el nuevo gobernante y su grupo: abandono voluntario de empleos rurales, rompimiento de bases tradicionales, daños en la economía familiar de la base principal de sus votantes, confianza en personas cercanas con enormes intereses propios, promesas incumplidas e imposibles de cumplir. Por supuesto, la reunión entre Arévalo y Rubio tiene como motivo los logros de acuerdos mutuamente beneficiosos, aunque esos no sean iguales, porque no pueden serlo. Ambos países tienen intereses válidos y ahora Guatemala se encuentra en una posición interesante a causa de los avances de grupos de países hostiles a Estados Unidos, aunque sus relaciones económicas sean positivas, siempre y cuando no se les agregue el crucial elemento del papel ocupado por ambos en el mundo actual. Nuestra geografía tiene un importante factor estratégico, y en este momento los dos participantes en las negociaciones tienen la característica común de representar una diplomacia actual, distinta a la del significado de esta importantísima pero muy complicada actividad.

ESCRITO POR:
Mario Antonio Sandoval
Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.