CATALEJO

Lilibet y Felipe: una larga historia de amor

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Lilibet y Felipe se conocieron hace 78 años y estuvieron casados 71 y cuatro meses. Ahora ella llora su partida porque ya no podrá darle muestras de cariño ni referir algunas veces en público sus sentimientos derivados de una historia de amor admirable y, en estos tiempos, tan poco común. No quiero referirme a Isabel, la reina de Inglaterra, ni al duque de Edimburgo, sino a las personas. Una vez (lo leí en la revista Selecciones), durante la visita a una escuela de niños sordos él le susurró viendo a la audiencia una frase con las palabras “mi repollito”. Los niños se carcajearon. No podían oír, pero sí leer los labios… Era el calificativo de un esposo, no de un príncipe casado con una reina. Era una comunicación entre dos seres humanos, simple y sencillamente.

Algunos de sus comentarios, no comedidos y abruptos, le pusieron a ella en problemas. Pero siempre tuvo, aunque podía no ser muy evidente a causa de la a veces demasiado fría flema británica, una admiración por quien se enamoró de él cuando era una adolescente y su país estaba en guerra cuando era imperio. Comprendió su papel oficial de segundo plano ante ella, pero fue un padre demasiado rígido y por eso resultó conmovedor escuchar a Carlos referirse a él como “mi querido papá” (literalmente) y agregar “voy a extrañarlo enormemente”. Desde hace algún tiempo comenzó a filtrarse su convencida actitud de jefe y después patriarca de la familia, sobre todo en el campo de los dolores íntimos familiares a lo largo del sinuoso camino, como dijo Lennon.

' Las grandes figuras del mundo, cuando están fuera de su papel oficial, ríen, se enojan y sobre todo lloran, aunque sea quedito.

Mario Antonio Sandoval

Lilibet, en algunos actos oficiales, no dudó en calificar a Felipe como “su fuerza, su apoyo y su guía.” Su mirada hacia él en actos públicos muchas veces denotó un brillo de amor. Por ello dicho matrimonio se convirtió en una nave siempre a flote, pese a las tormentas y aguas poco profundas en ese largo prolongado viaje juntos. Su entierro será este viernes, en privado y “sin bulla”, como dijo al planificar y decidir su propio funeral. En ese plano familiar, ella ejercerá ahora el matriarcado de su familia, como abuela y bisabuela, sin duda importante para ayudar a sanar las recientes heridas a causa de su nieto Harry. Las grandes figuras del mundo cuando están fuera de su papel oficial, ríen, se enojan y sobre todo lloran, aunque sea quedito. En esas circunstancias, merecen respeto.

La muerte los separó físicamente. En esta primera etapa luego de ese natural e inevitable desenlace, ella tiene derecho a vivir su luto, a llorar y a emocionarse con los recuerdos mientras dure recién estrenada y última de su vida, ahora sin ese apoyo. Ya se afianzará la resignación, ayudada por su fe anglicana. Podrá recordar con afecto, como resultado del cambio afianzado con la madurez otoñal para analizar hechos pasados, como por ejemplo cuando, haciendo gala de humor casi irreverente, le dijo en 1953 “¿De dónde sacaste ese sombrero?”, en referencia a la corona del entonces imperio británico colocada en sus sienes minutos antes, o como cuando empujaba el columpio a sus hijos infantes en los jardines del palacio, mucho antes de tener ocho nietos y diez bisnietos.

Entre esos detalles específicamente humanos, de seres de carne y hueso, destacan haber partido para siempre cuando apenas faltaban dos meses para cumplir su centésimo cumpleaños y solo deseaba recibir un abrazo de los suyos, no videollamadas, instantáneas pero igualmente distantes. Ojalá hayan estado juntos cuando exhaló su último suspiro. Las circunstancias mundiales e inglesas de hoy propiciaron la celebración de un funeral íntimo, en familia, fuera de los rígidos protocolos y tradiciones. Desde la perspectiva de quienes no somos súbditos, este aspecto humano ayuda a todos a comprender la fragilidad ante la muerte, con su cauda de ausencias dolorosas, aunque las edades sean avanzadas y hayan convertido en ancianos a los padres y a los hijos.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.