CATALEJO
Los errores históricos por corrección política
Por desgracia y para vergüenza general, la conmemoración de la llegada de Cristóbal Colón, y con él de las tradiciones de España a las tierras después injustamente llamadas América, ha sufrido en los últimos años un rechazo equivocado, antihistórico y acomodaticio a lo hoy políticamente correcto aunque no soporte análisis ni siquiera mínimos acerca de las realidades ideológicas, políticas, geopolíticas y sociales tanto de la actualidad como del siglo XVI. Se rechazan, por supina ignorancia histórica, una serie de hechos innegables, y por una actitud de defensa “con patrio ardimiento” otros igualmente útiles para entender al mundo de los cinco siglos después de la llegada española y cuatro del arribo de los angloparlantes. Pero en el 2021 ha llegado a extremos increíbles.
' Otro error es exigirle a España pedir perdón a México por la conquista, como hizo el presidente López Obrador. Hoy son dos países distintos.
Mario Antonio Sandoval
El presidente Joe Biden decidió cambiar el tradicional día de Colón por el Día de los Pueblos Americanos al 12 de octubre, pero al destacar la participación de Italia en Estados Unidos mezcló hechos históricos separados por siglos. Desde España hubo críticas al considerársela innegable y obvia presencia de España. Por ejemplo, llegó a la Florida en 1513 y fundó allí la primera ciudad estadounidense en 1565. En California, el primer español en llegar fue Juan Rodríguez Cabrillo (quien en 1541 escribió la relación del espantable terremoto ocurrido en una ciudad llamada Guatimala). Los nombres en español atestiguan casi todos su pertenencia al Virreinato de Nueva España, hoy México, antes de ser arrebatado por la expansión hacia el Pacífico de Estados Unidos.
El mandatario estadounidense se refirió a la importancia de la aportación italiana, pero quien redactó el discurso olvidó o no sabía que el momento del inicio de la llegada de los italianos, en barcos de vapor a finales del siglo XIX, y usar el término de italoamericanos en referencia a hechos de hace medio milenio es un error inaceptable y preocupante. Salvo Columbus, Ohio, ninguna ciudad o estado tiene nombre italiano y la razón es simple: no había emigrantes italianos. Hubo una reacción hepática e insultante de un literato español, quien señaló la diferencia entre la invasión “angla”, con su exterminio, y la española, una de cuyos efectos colaterales positivos fue ayudar a la supervivencia de las lenguas porque era más fácil predicar utilizándolas y no hacerlo vía el español.
Por aparte, la exigencia a España de pedir perdón, hecha por el presidente mexicano López Obrador, fue rechazada tajante pero cortésmente por el expresidente Aznar, quien basó parte de sus criterios en los nombres y apellidos de su colega, todos españoles, y pronto recibió una desafortunada respuesta de un ciudadano mexicano, basada en insultos utilizando supuestas derivaciones de su apellido. Fue un lamentable intercambio de dimes y diretes equivocado y digno de mejor causa. Todo deriva de la obsesión ideológica de no tomar en cuenta a la historia y aferrarse a la cara negativa del inicio de los países latinoamericanos actuales y, además, la de Estados Unidos. De nuevo: es riesgoso criticar y defender con criterios actuales hechos tan lejanos.
El conocimiento de la historia no puede basarse en al ansia de conocerla con el fin de retrocederla y negarla. Ciertamente existen hechos históricos imposibles de aceptar o justificar, pero debe hacerse poco después de haber terminado los gobiernos, partidos o líderes políticos culpables. Valorizar los hechos con nuevos criterios es tarea necesaria y urgente, sobre la base de ser imposible cambiarlos ni retrocederlos. Están allí y son baldones o motivos de orgullo, según el caso. La armonía y el respeto deben prevalecer, pero además, la reescritura de la Historia solo tiene éxito cuando se trata de remediar hechos específicos, no la totalidad de etapas históricas, porque sin poder evitarlo estas incluyen pruebas de la bajeza y de la miseria humanas.