CATALEJO

No hay razón para agradecer al Congreso

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No hay nada para agradecer al Congreso. El viernes, antes de aprobar el presupuesto adicional de cinco mil millones oficialmente señalados como fondos para combatir el coronavirus y ayudar a muchos de los económicamente afectados por la cuarentena, fue escenario de un escándalo, risas y burlas protagonizado por los “curuleros” (no diputados) y por la inentendible, y susurrante, forma de leer el texto, para llenar un simple requisito. Hasta algunos de ellos señalaron a sus compañeros actuar bien para no ser objeto de justificadas críticas. Al felicitarlos en el discurso de esa noche, el doctor Giammattei de hecho se colocó en el lado de esta gente y puso en peligro el apoyo recibido por un importante sector de quienes lo escuchaban.

En ese discurso, el presidente dijo parte de la verdad, o sea una mentira parcial por omisión. No expresó cuánto de ese dinero realmente será utilizado con el anunciado oficialmente en las críticas a quienes no están de acuerdo con apoyar, en la práctica, un cheque en blanco. Esto no puede ser aceptable y se complica con su inesperada felicitación, sobre todo por la manera como leyó Felipe Alejos, uno de los peores curuleros de la historia, lo cual comprueba la oculta intención de permitirles beneficiarse a ellos y a sus inmorales allegados. Ayer fue adecuado darle al vocero y al equipo médico del Gobierno el trabajo de anunciar avances, quitándole la imagen de persona superpoderosa, conocedora y jefe de todo.

' En esta crisis, los diputados de nuevo han hecho gala de sus pésimas intenciones, al actuar de manera vergonzosa.

Mario Antonio Sandoval

Ayer se agregó a los elementos la presencia de la prensa. Fue mejor planificada y realizada. Se debe hacer así porque en dos semanas, el Congreso ha aprobado 16 mil millones de quetzales, cifra equivalente a un 438 mil quetzales diarios durante 100 años. Por eso mismo, lo urgente debe tener proridad sobre lo importante, y lo superfluo debe ser simplemente eliminado. En esto último caben los fondos para financiar el Parlamento Centroamericano, la Asociación de Dignatarios, los aumentos para maestros sindicalizados, los asesores del Congreso, así como la disminución de los sueldos de los altos funcionarios. No se puede pedirle a nadie sacrificarse en sus ingresos, en el mantenimiento de los puestos laborales privados, sin antes no se predica por el ejemplo. Tan simple como eso.

El doctor Giammattei debe tomar conciencia de su fuerza para castigar a quienes se están aprovechando de la crisis al acaparar o aumentar precios. Hay un grueso sector ciudadano, y yo me incluyo, deseoso de apoyarlo en sus decisiones basadas en su calidad de médico, y de criticar lo decidido por razones politiqueras. No debe tener dudas, ni mucho menos miedo. No cabe mantener los contubernios politiqueros hechos antes, y tampoco la improvisación y el nepotismo. Su anhelo del surgimiento de una nueva Guatemala es imposible: haciendo lo mismo no se obtienen resultados diferentes. El llamado a los buenos guatemaltecos para participar en este nuevo país no será escuchado por quienes arriesgarían su buen nombre.

En el mundo, a partir de esta pandemia, no cabe la corrupción, principal lacra de todos los países subdesarrollados. La crisis le está dando la oportunidad de ganar la presidencia, no solo una elección minoritaria, y no de desperdiciarla. Su círculo cercano no puede estar integrado por los “a sus órdenes, señor presidente”. Esos aduladores o interesados tienen efectos terribles para el país y el gobierno. Se debe retomar el curso, reorganizar prioridades de gasto. Todavía es tiempo, porque apenas tiene 84 días de gestión. No olvide: en las columnas de prensa y en las entrevistas surgen las sugerencias y preguntas verdaderamente útiles. No escucharlas, al menos, da una lamentable prueba de cegarse ante la realidad.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.