CATALEJO

OEA y UE rechazan farsa; EE. UU. señala a nongratos

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Encaja en la lógica de los mensajes políticos la decisión estadounidense de no invitar a los países agregados a las dictaduras del continente para asistir a la Cumbre Virtual por la Democracia, el 9 de diciembre. Son ellos Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Haití, Guatemala, El Salvador y Honduras. Es clarísimo. El viernes pasado, la Organización de Estados Americanos, al terminar el viernes su asamblea virtual, declaró ilegítimas las “elecciones” de Nicaragua, en una condena similar a la emitida por la Unión Europea, lo cual se convierte en un hecho sin antecedentes en la historia. Solo falta la voz de la Organización de las Naciones Unidas, pero es casi imposible debido al peso de Rusia y China, e incluso el de Corea del Norte, tres de los países cómplices.

Guatemala, de nuevo receptora de una bofetada diplomática, se unió a regañadientes al grupo de los países firmantes contra Ortega, pero esta acción plausible, debido a la posición guatemalteca anterior, despierta sospechas de haber sido producto de presiones diplomáticas, pero sin duda también influyeron el rechazo generalizado de los sectores importantes del país, reflejado en editoriales y columnas periodísticas. A causa de este otro ejemplo de la incapacidad de análisis sobre acciones y consecuencias, el canciller guatemalteco, declarado por pura cortesía diplomática presidente de la reunión, debió soportar la reacción lógica pero única del canciller nicaragüense, al señalarle que “Nicaragua esperaba contar con el respeto del gobierno guatemalteco”.

' Estados Unidos se unió individualmente a los países ofendidos por la farsa de Nicaragua, y separa a los apoyos solapados como el de Guatemala.

Mario Antonio Sandoval

La abstención de México fue lamentable, porque la posición de respeto a los asuntos internos, tan valiosa en otras ocasiones, no puede ser utilizada como un pretexto para permanecer en silencio ante una dictadura. Guatemala ya comienza a pagar las consecuencias de su situación geográfica de cercanía a los otros dos países por primera vez ya no tomados en cuenta. Es casi imposible pensar en una independencia de esa gavilla, y ahora es necesario prepararse para afrontar más inmigraciones nicaragüenses. Ortega tiene, por su parte, el problema de cómo gobernar, aunque sea en su forma dictatorial, con la presión diplomática y económica de buena parte del mundo occidental. Su único camino es completar a lanzar oficialmente a Nicaragua en los brazos de los gobiernos totalitarios del mundo, lo cual ha comenzado a ser una realidad y esto se une a las posibilidades de agitación dentro del resto de parcelas del istmo, a su vez también colocadas a la merced de quienes otorguen asistencia al exguerrillero.

La presión de los pueblos y sobre todo de los gobiernos latinoamericanos debe dirigirse en el camino de convencer a Ortega y Murillo de haber sido sobrepasados por la Historia, de ser ahora simples bosquejos mal hechos del somocismo contra el cual lucharon cuando al menos en teoría abrazaban principios ideológicos –aunque fuera cuestionables y equivocados— pero ahora convertidos en nada, ahogados con la sangre de los compatriotas. En este fango actual también se encuentran mezcladas las lágrimas de quienes confiaron dentro y fuera de la tierra de Rubén Darío para lograr un verdadero cambio en un país cuya historia está llena de largos períodos de gobernantes autoritarios, en proporción aun mayor al resto de las repúblicas latinoamericanas.

La decisión de la OEA y de la Unión Europea es mensaje cifrado para el resto de países del continente, donde hay un creciente número de gobiernos empeñados en insultar y burlarse de los principios mínimos de la democracia, imperfecta como lo es, por medio de realizar elecciones basadas en esos criterios dictatoriales empleados en Nicaragua. La doctrina de no injerencia en los asuntos internos necesita algunos cambios y adaptaciones a la realidad actual del mundo, producidos sobre todo por la comunicación y conocimiento instantáneos gracias a la imparable e incontrolable tecnología. Esto pone en conocimiento instantáneo las aberraciones antidemocráticas, tanto abiertas como solapadas.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.