CATALEJO

Para buscar razones del fracaso electoral

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Todo fracaso es un suceso funesto, causante de ruina. El término se puede aplicar a toda actividad humana y la política no es la excepción. Siempre es el resultado de erróneos sucesos anteriores conscientes, inconscientes o malintencionados, y siempre tiene también motivos y consecuencias. No es casual. Los procesos electorales guatemaltecos desde los últimos cinco comicios han fracasado, al punto de existir hoy en día el convencimiento entre un muy alto porcentaje poblacional, casi seguramente mayoritario, de estar a pocas semanas de una nueva desilusión y desengaño no sólo del proceso y de la elección en sí, sino del resultado. Se deben analizar las causas, relacionadas tanto con la práctica de la política como de los criterios e ideas necesarias para aplicar.

' Los estudiosos de la ciencia política se hacen preguntas cuyas respuestas explican las causas de tanto fracaso electoral.

Mario Antonio Sandoval

La política es considerada ahora una ciencia social derivada de criterios filosóficos, algunos de miles de años. En la actualidad se ha olvidado algo fundamental: toda forma de pensar y de actuar tiene un criterio filosófico, aunque no haya conciencia plena. Las posiciones actuales y antiguas de ideología política, economía, sociología, religión y toda otra forma de pensamiento necesita y conlleva una manera filosófica de pensar y de meditar sobre lo básico, lo importante, lo malo, lo bueno, etcétera. Cuando la práctica política lleva a fracasos, es necesario buscar cuáles son sus causas por medio de preguntas sencillas, cortas pero fundamentales, sin por ello tratar de convertirse en científico político, sino en un ciudadano común,  con algún nivel de conocimiento.

En su libro La Política en Cien Preguntas,* Santiago Armesilla dice:  ¿Todo es política? ¿Lo personal es político o lo político es personal? ¿Es lo mismo política que vida política? ¿Surge el campo político conectado con el campo económico? ¿La oligarquía es más próspera? ¿Puede una tiranía ser buena? ¿Los demagogos sólo surgen en democracia o hay en otras formas políticas? ¿Las religiones son ideologías? ¿El eje liberal-totalitario permite explicar los fenómenos políticos? ¿Sigue valiendo el eje izquierda-derecha? ¿Hay una izquierda o varias? ¿Hay una derecha o varias? ¿Qué tienen en común y qué las separa? ¿Es preferible la injusticia al desorden? En política ¿es más importante la ley que la justicia?  ¿Se coordinan ley y justicia? (Ediciones Nowtilus, Madrid).

Estas preguntas, claras y ahora necesarias, obligan a pensar si los políticos practicantes de Guatemala podrían responder éstas y el resto. Yo no lo creo. Ciertamente, meditar sobre política es distinto a practicarla y tal vez esas respuestas no darían material para discursos  ante un público poco o nada conocedor o interesado. Pero la ignorancia de los criterios políticos básicos es la causa del aumento, por ejemplo, del nepotismo, del pillaje de las instituciones y, en especial la corrupción. Este concepto ya ha entrado en el conocimiento y el interés de averiguarlo en los votantes. Constituye un paso adelante empujado además por la información instantánea gracias a las redes sociales y sobre todo a los experimentados medios e independientes, sobre todo escritos.

El fracaso en el resultado de las elecciones nacionales se puede comprender mejor con esa falta de conocimiento de los criterios mencionados. Explica además la inexistencia de partidos políticos verdaderos, sustituidos por maquinarias electoreras. Resulta impensable la posibilidad de escuchar a un candidato pronunciando un discurso sobre alguno de esos temas. Pero no funciona sustituir a los políticos prácticos de la política con conocedores de su desarrollo histórico, criterios, papel de los sectores sociales. El resultado de este océano de analfabetismo político en la práctica política se relaciona con una actitud constante y creciente: la eliminación de la ética y de la moral.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.