Catalejo

Planes correctos, pero acciones simultáneas

Arreglar, ampliar y construir carreteras es prioritario para el desarrollo económico social y los planes son fundamentales.

Ya es innecesario insistir en la urgencia de solucionar o al menos disminuir profundamente y además con acciones simultáneas en varios frentes el desesperante tiempo desperdiciado por el pésimo estado de la red vial, tanto nacional como citadina. Ayer, el analista Ramiro Bolaños, en su columna de cada lunes para señalar realidades del país, dio un dato dantesco: cada año, los conductores del país desperdician 900 millones de horas y cada uno 200, o sean cinco semanas de pasar detrás del timón. Y yo agrego: si esos atrasos significan un galón extra de gasto de combustible y hay tres millones de vehículos de todo tipo, son tres millones, a un promedio de Q25 por galón, son Q75 millones diarios. (Cifras aproximadas, explicativas de la magnitud.)


Estos números demuestran la urgente necesidad de comenzar en serio, no chapuceramente, la reparación de las carreteras y calles. Ya se ha comprobado la diferencia entre tenerlas en manos privadas y otra en manos de un Estado desorganizado, sin planes. Pero por otro lado estos proyectos no-estatales necesitan llenar características técnicas obligatorias, porque si bien el mantenimiento es fundamental y no se detiene, la construcción si es ineficiente y no llena criterios técnicos, sino únicamente piensa en el beneficio a una inversión, tampoco solucionará el problema. Algo es evidente: los efectos ocultos no pueden ser considerados secundarios, porque también son fundamentales, sobre todo cuando se refieren a la seguridad, cuya ausencia significa muerte.


Las alianzas público-privadas constituyen una buena opción, siempre y cuando haya controles de calidad. Es errado considerarlas buenas por sí y ante sí. La experiencia de construcción es otro factor fundamental, porque aunque se trata de voluntad de invertir y así de contribuir al beneficio nacional, la falta de experiencia mantiene riesgos de errores, porque estos son los grandes maestros para trabajos bien hechos en todo sentido. Durante mucho tiempo, la Dirección General de Caminos mantenía bien las carreteras, aunque muchas de ellas estuvieran diseñadas para las realidades de cuando fueron hechas. Los caminos coloniales, sus rutas y curvas fueron basados en la manera como las mulas de carga caminaban de un lugar a otro. Ojo: no es chiste.

Para las necesidades actuales del país, es necesario realizar una planificación general de todo el territorio y un listado de obras preferenciales.


Otro factor importante es pensar en el futuro. En tiempo de Ubico, las construcciones al lado de las carreteras solo podían estar a 25 metros de la línea divisoria entre el carril de ida y el de regreso. En los años cincuenta, cuando la municipalidad —entonces verdaderamente útil— a través del ingeniero Raúl Aguilar Batres planificó y construyó el Trébol, fue criticada porque se consideraba gasto, pues las necesidades vehiculares del momento eran mínimas, en comparación con las actuales. La obra solucionó y estuvo preparada para absorber el aumento vehicular por cinco o seis décadas, hasta hace unos diez años, cuando fue necesario hacer un segundo puente paralelo. Fue hecha pensando en el horizonte, no en el lugar donde están los pies, por decirlo en sentido figurado.


Para las necesidades actuales del país, es necesario realizar una planificación general de todo el territorio y un listado de obras preferenciales. Por ejemplo, cuántas ampliaciones se necesitan en las carreteras reductoras de distancia y tiempo entre Quetzaltenango y la Costa Sur, Cobán y Flores, Guatemala-Salamá-Cobán, frontera con El Salvador-Puerto Barrios. Pero además, todas las de tierra o solo un carril situadas en todos los departamentos. El tiempo es un factor de beneficio económico pero además de reducción de las tensiones emocionales y el cansancio por el manejo. Es una suma multimillonaria, sin duda, pero los beneficios para constructores privados o con capital privado-estatal están a la vista y pueden despertar el interés de los inversionistas foráneos.

ESCRITO POR:
Mario Antonio Sandoval
Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.