CATALEJO

Playas y riesgos ocultos

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Comienzo enviándole mi más profunda muestra de solidaridad a la familia del joven estudiante Antonio Bayer Aguilar, a quien las traicioneras corrientes del Pacífico guatemalteco le arrancaron su vida. No conozco a sus padres, pero la magnitud de la pérdida de un hijo tan prometedor como él me aprieta el corazón y no puedo imaginarme siquiera el dolor de los padres, su hermana, sus abuelos. Me es imposible pensar siquiera cómo me sentiría si una tragedia así sucediera a alguno de mis hijos o mis nietos, varios de estos últimos ya convertidos en adultos y tienen un presente de orgullo y un futuro promisorio. Agradezco la humanitaria y desinteresada ayuda de quienes trataron de hallarlo vivo.

La mejor forma de honrar su memoria es informar y hacer énfasis en los riesgos mortales escondidos al nadar o jugar en el Pacífico y numerosas aldeas con docenas de ranchos o casas de descanso, así como hoteles. Quienes llegan de la capital a pasar allí fines de semana tienen en común el desconocimiento del significado del alfaque y de la “reventazón”, nombre chapín al lugar donde rompe la ola antes de llegar adornada de espuma burbujeante. Es común ver a adultos o a jóvenes adolescentes entrar aunque sea muy pocos metros en el mar, acompañados de niños, todos puestos en peligro mortal.

' Urge una campaña para conocer los riesgos de los mortíferos alfaques en las traicioneras playas del Pacífico.

Mario Antonio Sandoval

Los lugareños y guardianes descubren los alfaques con solo ver el mar. Pero no se animan a señalar el peligro, sobre todo cuando las casas están ocupadas porque los dueños las dieron a amigos o familiares, a quienes no conocen y tienen la actitud “yo sé todo” de los capitalinos. Los locales deben ser considerados autoridades y por eso obedecerles cuando digan no entrar o salirse de las aguas, aunque sus olas sean pequeñas y poco ruidosas. Los “chaleteros” deben tener rótulos de advertencia dentro de estas, y las autoridades edilicias hacer lo mismo en la carretera y en la orilla de las playas. Por ser inútil, no se puede pedir al gobierno. Toca a la iniciativa privada.

Hay personas, como el señor Jorge Antonio Rivas Ellgutter, quien ya comenzó una tarea al divulgar fotos y dibujos ilustrativos. Es una obligación moral y por eso deben atenderse sugerencias como colocar postes en la playa con cables de 200 o más metros, amarrados en la playa, para permitir la lejana posibilidad de agarrarse de allí cuando la corriente ataca, siempre en forma artera. No puedo terminar estas líneas sin manifestar mi más absoluto rechazo a los cobardes mensajes por redes sociales, señalando supuestas culpas a quienes fueron víctimas del destino. Esto solo demuestra la inconmensurabilidad de la estupidez cuando se mezcla con una inimaginable estulticia.

Telegrama a Giammattei

Usted, como médico, lo sabe. Es serio y tal vez fatal. Hizo bien al decidir ingresar al Hospital General. Cumplirlo es sencillo. No es Superman. Debe hospitalizarse, curarse y pasar varias semanas en recuperación, pues aunque es “sugerida” debe ser cumplida. El país necesita un mandatario con la mejor salud posible y usted tiene marcapasos e hipertensión. Dios escribe recto con letra torcida y por eso, a causa de esta crisis, debe entregar temporalmente el cargo al vicepresidente. Estar hospitalizado impide de hecho el ejercicio del cargo, e interpretar la ley de otra forma es humor negro o mala intención. Me indignan los malvados y cobardes mensajes “redsocialeros” en su contra.

El risible Centro de Gobierno debe ser suspendido o eliminado, según decida el vicemandatario. Son demasiados los problemas derivados de tal decisión y por eso la divinidad le muestra la ruta obligada. Las tareas constitucionales no son “heredables” ni dependen de voluntades, caprichos o cariños. Y también con solo verse al espejo puede notar el deterioro de su pálido semblante, aumentado por su edad, sobrepeso, respiración y palidez. El caso del presidente del Congreso dio la pauta de lo democrático del coronavirus, amenaza para todos. No hay nada para meditar cuando la realidad es innegable. Mientras más pronto se vaya al Hospital General, como prometió, más luego podrá regresar.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.