Catalejo

Relación con Taiwán: entre lealtad e intereses

Hago un brevísimo resumen histórico de China y de la lealtad e intereses guatemaltecos en mantenerse al lado de Taiwán.

La prohibición de China Popular para la adquisición de dos productos guatemaltecos resulta ser un hecho comercial mínimo para el país con la segunda economía más grande del mundo, con el cual el sector privado nacional importa una cantidad importante de productos, pero constituyen una cantidad mínima para el país con la segunda economía mundial. Sin embargo, la importancia para ambos países yace en lo ideológico y el derecho de las naciones a decidir por sí mismas sus políticas de cualquier tipo, por soberanía. En un apretado resumen, para Pekín es de primera importancia lograr el abandono de Guatemala a un país independiente con el cual durante muchos años ha habido una estrecha colaboración de gran beneficio para nuestro país, sobre todo social.


Pekín presiona a su modo, de manera indirecta, justificando la prohibición temporal de productos guatemaltecos a una decisión emitida por la autoridad portuaria. Absurdo. No hay tal independencia de criterio y es extraña la coincidencia entre tal decisión y la actitud de Guatemala respecto del nuevo gobierno taiwanés. China, por miles de años, fue gobernada por emperadores absolutos. A partir de la revolución de 1949 entre comunistas y nacionalistas hay Presidente, y el actual Li Jinping, de 70 años, está en la ruta evidente por convertir a su país en la mayor economía mundial y regresar a una sangrienta dictadura ideológica tipo Mao Tsetung (1893-1976), primero aliado y luego acérrimo enemigo de Chiang Kaishek (1887-1975), fundador de Taiwán independiente.

El castigo de China Popular contra el comercio con Guatemala no se detendrá, aunque se ceda ante la presión anti Taiwán.      


China Comunista parte de su actual fuerza económica a producir a bajo costo en condiciones humanas cuestionables, un atractivo insuperable para las compañías privadas de Occidente, a costo de los pequeños empresarios. Taiwán hizo una reforma agraria para beneficiar a los pequeños agricultores y llegó a ser la economía número 22 del mundo, en un territorio sólo 16 km mayor al de Petén guatemalteco. Consciente del poder de sus relaciones económicas por el ingreso de ese país a la ONU en 1971, se interesó y aplicó la idea de tener amistad y cooperación para afianzar su imagen en sus aliados. Conforme se redujeron sus amigos, mejoró la posición guatemalteca.


Guatemala se benefició y Taiwán sólo tuvo un resbalón con el caso del dinero entregado a Alfonso Portillo, pero con esa excepción, sus acciones con Guatemala han sido beneficiosas. El mejor ejemplo es la ampliación de la carretera al Atlántico, construida con dinero taiwanés controlado por funcionarios propios, entre ellos el propio embajador Adolfo Sun, de grata recordación. Guatemala tuvo la oportunidad de negociar el resto de la ampliación, pero no lo hizo porque el entonces presidente Berger simplemente no se animó y su canciller Stein no quiso aconsejarlo o no insistió. No lo sé. Hoy existe un conflicto entre lealtad e interés. China Popular ofrecerá algo, como hizo con El Salvador y Costa Rica, y obtenida su exigencia o deseo, se retirará. No tiene motivo para activar la relación. Con Taiwán hay hechos; con Pekín, posibilidades, sueños.


Guatemala no puede aceptar la tesis de idioma=país, porque hablamos español como idioma oficial y no somos España, donde también se habla catalán y vasco, entre otros. Al ser un tema muy actual, el propio Arévalo podría solicitar la ampliación de la carretera al Atlántico, y lograr un triunfo como el de los atletas en las olimpiadas de París. Así: apoyo político de Guatemala y beneficio una carretera de seis carriles de 200 km, equivalentes a 70 o 75 de los construidos por los taiwaneses. Como todo tema de Estado, es laberíntico pero nos favorece la coyuntura, cuya definición es anillo al dedo: “oportunidad para hacer algo” y “combinación de factores que, para la decisión de un asunto importante, se presenta en una nación” (Subrayado mío, DEL, pág. 658).

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.