CATALEJO

Se comprueba pacto entre la CC y Torres

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El increíble fallo dictaminado por la Corte de Constitucionalidad comprueba con toda claridad el contubernio existente con Sandra Torres Casanova, quien ahora está a punto de recuperar el partido Unidad de la Esperanza, y aunque ello no sucediera, tiene la posibilidad de crear un “partido pipiripau” para participar en las elecciones del 2023. Es la crónica de una decisión burda, cuyos pasos se podían escuchar cada vez con más fuerza, y comprueba la cooptación de las entidades principales del sistema cada vez menos jurídico del país. Se vislumbraba una lucha feroz de la astuta presidenta de facto durante el gobierno de su exesposo Álvaro Colom, pero ni siquiera tuvo necesidad de pelearla ante el generoso aguinaldo político recibido, o comprado.

Este hecho afianza aún más la desconfianza popular en el Estado de Guatemala, ahora secuestrado por una manada de lobos desbocados y dispuestos a cualquier cosa ilegal y sobre todo inmoral para saciar sus ambiciones de poder, en algunos casos verdaderamente absurdas, como es este. Sandra Torres, aunque haya pactado y ahora crea estar victoriosa, en realidad hizo una alianza con individuos políticamente satanescos, al ser genuinos representantes del Mal. Por ello entrará débil a la batalla, donde no tendrá ningún aliado poseedor de fuerza. La candidata oficial, bien se sabe, es Zury Ríos, con quien se parece por su obsesión de llegar a la presidencia. Ya no tendrá acceso a los fondos para mercar la lealtad de quienes fueron o nunca han sido sus aliados.

' El fallo de la CC respecto de la astuta politiquera Sandra Torres comprueba la relación existente entre ambos y la inutilidad del TSE.

Mario Antonio Sandoval

Causa náusea enterarse de la repetición de las maniobras burdas. El indulto vino un día antes del 24 de diciembre, cuando la mayoría de guatemaltecos tiene su interés centrado en las festividades, pero se supo a pesar de ello. Constituye una táctica vieja pero útil y eficiente cuando se aplica a un pueblo por desgracia pusilánime y desinteresado en los vericuetos politiqueros, una constante histórica de la cual demasiados ciudadanos no se han enterado o no quieren molestarse en analizar las consecuencias para el país. La politiquería nacional es cuestión de chequeras y de dinero en efectivo proveniente de caletas y destinado para esconderlo en estas y permitir un súbito ascenso a las altas castas, porque ese ascenso solo puede realizarse en esa forma.

La Corte de Constitucionalidad bajó varios escalones en su descenso al lodo del desprestigio, pero se entiende ese dictamen cuando se recuerda el evidente beneficio para otra candidata aun no salida oficialmente a la palestra: Zury Ríos, quien tiene su alfil en la CC con el magistrado presidente Roberto Molina Barreto, su excompañero de fórmula electoral en una ocasión anterior, por lo cual nunca debió haber aceptado dicha presidencia. De los tres votos necesarios, el segundo era el de Leyla Susana Lemus, exsecretaria personal de Giammattei, y solo quedaba buscar un tercero para lograr la necesaria mayoría. Si el voto fue unánime se despertarán justificadas sospechas de oscuros e inaceptables movimientos dinerarios, o dicho en forma elegante, “numismáticos”.

Si bien aún queda un juicio pendiente a Torres, es anecdótico porque poca duda cabe de otro fallo como el anterior. A base de marufias, trucos, trampas, burlas de la ley, etc., logrará quedarse con la UNE. El dictamen de la CC obliga a pensar en la conveniencia de borrarla del andamiaje jurídico del país, debido a la manera irritante y descorazonadora como se ha convertido en un depósito de amparos, muchas veces planteados con el objetivo de atrasar los juicios, aumentar sus costos y desesperar a quienes se convierten en víctimas de esta antiética, inmoral pero efectiva estrategia. El Tribunal Supremo Electoral, queda claro, no tiene nada de esa calidad, porque las decisiones de su área de acción pueden ser derrumbadas. Torres está a punto de ganar por eso.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.