LIBERAL SIN NEO

Si el cielo se cae, no será por el virus

Aunque las intenciones sean buenas, no es suficiente. Las medidas anunciadas el jueves 14 pusieron en evidencia la falta de previsión de sus efectos y consecuencias. Toque de queda y cierre completo a partir de ese mismo día a las 5 de la tarde, como si el cielo estuviera a punto de desplomarse en ese preciso momento. La población no tuvo aviso previo alguno ni oportunidad para prepararse, aprovisionarse y cumplir compromisos. El cielo no se estaba cayendo.

' La angustia de no poder trabajar y la incertidumbre están causando más daño que el virus.

Fritz Thomas

¿Cuántas personas se quedaron sin recibir su pago el viernes o sábado y no pudieron llevar el sustento a su hogar? ¿Cuántas personas se quedaron sin lo necesario en casa porque de un momento a otro prohibió salir? ¿Cuántas personas se quedaron atrapadas in situ? ¿Cuántos padres y madres no pudieron regresar a sus hogares? ¿Cuántas pérdidas fueron ocasionadas por incumplir compromisos comerciales? No se vale, el cielo no se estaba cayendo.

De regreso al problema del conocimiento disperso que no está dado a una mente planificadora. Las centenas de miles o millones de cadenas de suministro que operan todos los días son planes que están únicamente en las mentes de los interesados; el planificador remoto no tiene idea de lo que no sabe. Al camión que va a salir el viernes a las cuatro de la mañana de Chimaltenango o Sololá, cargado de verdura fresca, lo está esperando alguien en el Cenma, el mercado de La Parroquia, bodegas de Walmart o en Antigua. Esos planes solo los conocen los interesados. El presidente anuncia que los camiones con alimentos pueden transitar, pero el pequeño detalle es que no hay quién reciba la mercadería porque el mismo señor les ordenó cerrar. Tampoco habrá quién llegue a comprar la mercadería, porque el señor ordenó toque de queda tres días, a partir de… ahorita. Ante tanto reportaje de productores y comerciantes tirando la fruta y verdura que no pueden vender, el domingo 17 el señor sale en televisión a regañar a la gente que no entiende que el tomate sí puede circular. El que no entiende es el señor.

El toque de queda para evitar contacto entre las personas falló por completo. Empezaba a verse alguna normalidad con prudencia, menos colas y todos circulando con mascarilla. Si en un estadio a medio partido de fut se anuncia que nadie puede salir, toda la afición se aglomerará rápidamente en las salidas. Eso es exactamente lo que hizo el presidente. Al anunciar que las tiendas de barrio y abarroterías podían abrir, inmediatamente se formaron largas colas —aglomeraciones— para comprar en las tiendas. El lunes a temprana hora ya había colas en mercados y supermercados, y grandes aglomeraciones. Las noticias muestran video del ministro de Salud caminando en las calles de Mixco, realizando pruebas de virus a tenderos, “protegiendo” a la población. Por favor.

Se ha escrito mucho sobre la falsa dicotomía entre “la economía” y “la salud”. No puede haber salud si las personas no pueden procurar su bienestar y proveer a sus familias. El gobierno no puede proveer; no tiene con qué ni sabe cómo hacerlo. La angustia de no poder trabajar y la incertidumbre ya están causando más daño que el virus. Después de dos meses de medidas draconianas, hay que dejar trabajar. Solo puede suponerse que el presidente está encerrado en un anillo de sabios y sufre de la fatal arrogancia propia del poder. Solo ve lo que ve y no sabe lo que no sabe. Ha caído en la trampa de pensar que solo él entiende lo que todos necesitan. Este no es solo un problema médico, es un problema humano y social, y como tal, es económico. El cielo no se está cayendo. y si se cae no será por el virus.

ESCRITO POR:

Fritz Thomas

Doctor en Economía y profesor universitario. Fue gerente de la Bolsa de Valores Nacional, de Maya Holdings, Ltd., y cofundador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).

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