LIBERAL SIN NEO
Tablero con muchas piezas e intereses
Analizar eventos históricos y conflictos actuales bajo el simple prisma de opresores y víctimas puede nublar la vista y conducir a razonamientos y conclusiones erróneas y superficiales. Este es el caso de la más reciente erupción de violencia entre el estado de Israel y Hamas, organización islámica fundamentalista palestina que gobierna la Franja de Gaza. Un rápido vistazo a reportajes, noticias y columnas de opinión sobre el actual conflicto pareciera confirmar que las organizaciones palestinas están teniendo éxito en proyectarse como víctimas. El conflicto es mucho más complejo que eso, y como suele ser, a la población le toca aportar los muertos y destrucción producidos por las maquinaciones de grupos terroristas que, enarbolando causas, provocan la violencia.
' El conflicto actual es en parte una lucha de poder entre organizaciones palestinas.
Fritz Thomas
Es un conflicto antiguo, cuya época moderna se traza desde el establecimiento del estado de Israel en 1948, cuando bajo los auspicios de la ONU se hizo una partición del territorio de Palestina —que no era un país—, hecho que fue rechazado por los países árabes del Medio Oriente. En la segunda mitad del siglo pasado, Egipto, Jordania, Siria e Iraq formaron coaliciones que en diferentes oportunidades intentaron destruir al estado judío. Israel ha logrado florecer y sobrevivir, mientras que en los enclaves palestinos independientes de Gaza y la Ribera Occidental surgieron grupos militantes que tomaron el poder y constantemente le han hecho la guerra.
El conflicto entre israelíes y palestinos se desarrolla en un tablero que tiene muchas piezas y sirve diferentes intereses. La Ribera Occidental es gobernada por Fatah, partido que surgió de la organización terrorista Organización para la Liberación de Palestina, mientras que en la Franja de Gaza gobierna Hamas, que desde que ganó las elecciones en ese territorio, en 2006, no ha realizado un proceso electoral; sus estatutos políticos exigen la destrucción de Israel. Se habían programado elecciones para mayo 2021 en la Ribera Occidental, que Fatah suspendió ante el temor de que fueran ganadas por Hamas. El actual conflicto es en cierta parte producto de la lucha de poder entre Fatah, cuya fuerza e imagen está en franco deterioro, y Hamas, que busca establecerse como poder hegemónico de la causa palestina. Detrás de Hamas está la República Islámica de Irán, que le provee armas, financiamiento y apoyo logístico, y es el principal adversario geopolítico de Israel. En este escenario se desenvuelve también la confrontación entre Irán y aliados y Arabia Saudí y aliados, que también representa la tensión entre las dos grandes corrientes del islam, Sunní y Chiita, que se manifiestan, además, en las guerras civiles que se libran en Siria y Yemén. Israel, cuyo principal aliado estratégico es EE. UU., vive en un barrio muy peligroso.
Los detonantes aparentes del actual conflicto fueron el inminente desalojo legal de arrendatarios palestinos en Jerusalén, protestas que se tornaron en bochinches e inventados abusos en sitios sagrados. Las diferentes piezas encajaron con tal exactitud en el tiempo, que es evidente la orquestación de la provocación. En menos de una semana, Hamas ha lanzado más de tres mil cohetes bomba desde Gaza hacia la población civil de Israel, cuya fuerza armada ha respondido con fuertes bombardeos. Es una guerra asimétrica en la que, como ordena el manual, Hamas ataca a civiles e Israel responde con firmeza.
A Hamas le salió mal el cálculo; Israel seguramente tiene la capacidad y el derecho de defenderse y poner alto, con los medios necesarios, al lanzamiento indiscriminado de miles de cohetes bomba a su población.