CATALEJO

Terminan 365 días de casi total desastre

|

Hoy, 31 de diciembre del 2021, termina el peor de muchos años para Guatemala y sus habitantes. Al hacer un mínimo análisis de los efectos de la más abyecta y total corrupción, es fácil encontrar motivos para sentir tristeza, frustración y desesperanza profundas. Los intentos de confiar en un 2022 distinto si se sigue haciendo lo mismo, sobre todo en el campo económico y social, no podrán detener el hundimiento lento, constante y con más fuerza del país. Es evidente en todas las instituciones estatales y en muchos sectores socioeconómicos privados, con élites dirigentes incapaces o sin la voluntad e interés de enterarse de la amarga realidad de los grupos marginados y las clases medias, convertidos por ello en un caldo de cultivo para el nefasto populismo.

' Este 2021 también tuvo numerosas muestras de fenómenos naturales impresionantes.

Mario Antonio Sandoval

Fue el segundo año de pandemia, con una cauda de 16,102 fallecidos, 626,675 contagiados y 608,675 recuperados. (Datos oficiales al 30/12/21). Las bajas materiales incluyeron pequeñas empresas, donde descansa un porcentaje fundamental de la economía nacional del país. Esos cierres trajeron dolorosas situaciones. A la forma inmoral y corrupta del manejo de los miles de millones de quetzales —como el caso de las vacunas rusas sobrevaluadas, en secreto y sin garantía de entrega— se agregó la forma sospechosa de haber cedido a otros empresarios rusos la licencia para matar a la naturaleza de una ribera del Lago de Izabal, con resultado de daños ecológicos y de acciones de violencia militar y policial contra quienes se opusieron.

Por aparte, este 2021 tuvo un lado positivo con tantos extraños y poco comunes fenómenos celestes, de los cuales el último fue hace solo dos semanas con el súbito aparecimiento del cometa Leonard, descubierto el 3 de enero de 2021 y cuya visita a la Tierra ocurre cada 80 mil años, y por tanto nunca visto por algún ser humano. Científicos grabaron el ruido, a veces causante de miedo, producido por el Sol, los planetas, e incluso la luz eléctrica instalada en el mundo. Son avances increíbles aun con la tecnología actual. Los más impresionantes fueron la conjunción de Júpiter y Saturno, vista desde la Tierra como si fuera la estrella de Belén mencionada por las escrituras hace dos mil años, y un artefacto se adentró al negro fondo del espacio profundo.

Desde el punto de vista de la sostenibilidad de la raza humana, este año fue importante. Se manifestaron no solo fenómenos naturales, sino otros provocados por quien se cree el rey de la Creación. Tomaron fuerza y se cumplieron aún más las predicciones científicas en general, ahora ya no consideradas chusemerías de unos pocos alocados, sino realidades solo negadas por los más obcecados defensores de teorías políticas y económicas insostenibles. Se han incrementado los grupos, sobre todo de jóvenes, convencidos de esta realidad y de la necesidad de tomar acción porque serán ellos las víctimas, no la generación de los adultos actuales. Estas consideraciones van más allá del simplismo ideológico y se basan en la lógica y además en la ética.

Un factor determinante para convencerse lo constituyen la tecnología de comunicación, aunque por desgracia se use de manera malsana para divulgar la desinformación y la mentira, muchas veces desde figuras presidenciales o similares en todo el mundo. Los efectos positivos de este año con seguridad serán más evidentes dentro de un lustro, cuando la realidad presente los cambios, ya irreversibles, de la Naturaleza. El error de las teorías actuales, originadas en este desfalleciente siglo, es no haber comprendido y por ello no poder predecir los efectos de actuar sin límites, confiando en la inexistente autolimitación humana.

Dicho esto, deseo a mis estimados un 2022 sin el dolor de llorar a personas cercanas víctimas de la pandemia, como fue mi caso.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.