EDITORIAL
Conciencia inconsecuente
Ese desfile de mujeres, niños, adultos y ancianos cumplió también con el objetivo durante su recorrido de que centenares de participantes compartieran su mensaje con miles de guatemaltecos, para reflexionar y asumir con responsabilidad la gravedad de un problema sobre el que cada vez queda más claro que es irreversible.
Parte de esa evidencia la presentaron el pasado martes integrantes del Instituto de Investigación y Proyección sobre Ambiente Natural y Sociedad (Iarna), en la que se advierte de que los mantos acuíferos han reducido su caudal y que peligrosamente nos acercamos a una escasez de agua de repercusiones inimaginables, como a su vez lo han ratificado investigaciones de otros organismos internacionales que aprecian el problema en una dimensión global.
Exponían los datos del Iarna que las cuatro grandes cuencas, ríos Las Vacas, Pixcayá y María Linda y Lago de Atitlán, que se concentran en el corazón del país, han bajado su caudal en forma significativa, lo cual constituye una amenaza para más de tres millones de personas, que se concentran en los principales centros urbanos de la cintura del país, muchos de los cuales ya viven esa pesadilla.
Por eso es que debe ser reconocido el esfuerzo realizado durante más de una semana por los colectivos indígenas y campesinos sobre el uso responsable de nuestros recursos naturales, que no solo se refieren al agua, pues su carencia es apenas el síntoma de problemas mayores como la deforestación, el desvío de ríos y el calentamiento global. Un drama que tristemente parece importarle a muy pocos, salvo quienes afrontan la escasez.
Con la celebración del Día de la Tierra, jefes de Estado y personalidades de más de 171 países suscribieron ayer en la ONU un acuerdo sobre el cambio climático, con una participación histórica en apoyo y compromiso para que la humanidad cambie su proceder y se pueda frenar el aumento de la temperatura global, principalmente de aquellos países que producen más de la mitad de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Una de las cosas más lamentables para países como el nuestro es que marchas como la que concluyó ayer en la capital y campañas masivas de concienciación todavía no logran hacer despertar la conciencia sobre esta problemática, y persisten la irresponsabilidad y los abusos por parte de quienes disfrutan del beneficio de contar con agua potable.
En la zona metropolitana ya existen millones de personas que viven en una situación penosa, problema en el que también tienen una alta dosis de irresponsabilidad los alcaldes, que privilegian el ornato y las obras superficiales por sobre los temas de fondo. El aspecto legal está llamado a jugar un papel fundamental para regular la ineficiencia y abusos.