EDITORIAL
Desafíos que trascienden
Quienes han salido victoriosos en esta primera vuelta electoral deberán tener muy presente que las cosas han cambiado, que casi todo lo que hacen o dejan de hacer puede ser rápidamente monitoreado, reproducido en múltiples versiones y criticado por esa nueva red de ciudadanos que están conectados a través de los nuevos medios de comunicación y de difusión de ideas en la que se han convertido los teléfonos inteligentes.Esta es una realidad a tener en cuenta, pero de ese mismo fenómeno se desprenden otras acciones que han dado muestras en los últimos cinco meses de que esa información instantánea, combinada con la indignación ciudadana ante la corrupción, fácilmente acrecienta el malestar. Nadie puede seguir gobernando como hasta ahora lo han hecho quienes antecedieron a esta generación que bulle y se queja en las redes sociales o que protesta en las calles para demandar cambios profundos en la conducta de la clase política.
El viernes pasado, mientras un expresidente se encontraba frente a la justicia, quien lo sustituía empezaba a recibir las primeras demandas de cambio, las cuales empezaban por la inclusión, las reformas políticas, hasta la solicitud de presentar un informe sobre las condiciones en las que se encuentra el Estado. Algo que a su vez se complementa con una obligada reestructuración del gabinete de Gobierno, para desligarse de cualquier compromiso e imprimirle un nuevo signo de confianza al Organismo Ejecutivo.
Pero tanto para quienes se inician en la administración pública, como para quienes continúan en la lucha por el poder, pueden resultar útiles los indicadores de la Encuesta Libre, elaborada por Prodatos, para que tomen nota de lo que marca la percepción ciudadana. El caso más relevante es la urgente necesidad de combatir la corrupción, una plaga que encabeza la preocupación ciudadana, por lo que resulta comprensible que haya pasado a primer término, desplazando a la inseguridad y la situación económica como preocupaciones cotidianas de la población.
Esto va de la mano con generar confianza entre los gobernados, pues ha sido devastador el efecto de tener en cárceles provisional o preventiva a los dos más altos exfuncionarios de la Nación, precisamente por estar sindicados de supuestamente haber dirigido una red que se apropiaba de una buena parte de los impuestos que se debían recaudar en las principales aduanas del país. La percepción ciudadana se encuentra maltrecha, por lo que un primer plan de acción para contrarrestar eso debe venir de las nuevas autoridades.
Sin embargo, esa es la problemática más reciente que ha pasado a dominar las principales preocupaciones de los guatemaltecos, pero inmediatamente detrás está la inseguridad, y es oportuno recordar que hace cuatro años esta era precisamente la principal oferta del defenestrado gobierno, algo en lo que una vez más se falló y que continúa como una de las materias pendientes para actuales y futuras autoridades. Si al acecho de maras y delincuencia común agregamos el embate de la corrupción, se justifica por qué ese flagelo domina las angustias ciudadanas.