ENCRUCIJADA

Desigualdad que mata

Juan Alberto Fuentes Knight

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Se resisten a debatir sobre cómo reducir la desigualdad. Niegan que el desigual acceso a la educación, a la salud, a la seguridad y a los ingresos sea un problema. Pero la desigualdad en el mundo ha aumentado, la mayor parte de la gente la considera una injusticia y promueve el populismo. Se debate en todos lados. Corresponde hacerlo en Guatemala e identificar maneras de reducirla.

Reducir la desigualdad es fundamental para disminuir la pobreza. Cuando la mayor parte del crecimiento económico y la creación de riqueza beneficia a unos pocos, como ocurre en Guatemala, es muy difícil reducir la pobreza. Si un pastel es más grande pero en vez de distribuirse en rodajas de mayor tamaño para la mayoría pobre, esa mayoría sigue recibiendo migajas, no importa que el pastel sea más grande; la pobreza no disminuye.

En el mundo los 8 hombres más ricos ejemplifican estos extremos: concentran más riqueza que la mitad más pobre de personas. Algo similar debe ocurrir en Guatemala con el llamado G-8, conformado por los líderes empresariales de grandes conglomerados de empresas industriales, fincas y bancos, manejados por familias conocidas. ¿Qué proporción de la riqueza nacional concentran? No sabemos, pero lo más probable es que el G-8 cuente con más riqueza que los más de 8 millones de guatemaltecos que se encuentran en una situación de pobreza.

El problema no es que existan algunas personas más ricas que otras. El problema surge cuando un grupo poderosísimo de grandes corporaciones aprovechan su riqueza y poder para seguir concentrando la riqueza mediante prácticas abusivas, a costa del bienestar de la mayoría. La lista de prácticas abusivas es larga. Cabildean para beneficiarse de privilegios fiscales, leyes y regulaciones que los favorecen. Evitan que pequeños y medianos empresarios puedan crear riqueza puesto que los sacan del mercado por medio de prácticas competitivas desleales, y les cierran el acceso al crédito. Pagan salarios de miseria o presionan para reducir o derogar los salarios mínimos. Evaden impuestos y acuden a paraísos fiscales para no pagarlos y para esconder sus fortunas.

No todos los multimillonarios lo hacen, y alguien como Bill Gates reconoce que la primera responsabilidad de un multimillonario es pagar sus impuestos. Pero este no es un tema de individuos. Si no se han seleccionado democráticamente regulaciones o políticas fuertes para evitar estas prácticas abusivas, la concentración de la riqueza persiste y se amplía. Permite imponer de manera autoritaria y no democrática leyes que favorecen a los más ricos y que impide una amplia generación de riqueza. Mata a la democracia y a la prosperidad compartida.

No se trata de expropiar la riqueza de estos líderes empresariales y de sus consorcios para distribuirla a los más pobres. Esa no es una propuesta seria, pero los que no quieren hablar de la desigualdad la usan para asustar al público en general y a los empresarios que van saliendo adelante.

No quieren reconocer que lo que se requiere es una economía humana, donde existan numerosos empresarios exitosos (y no un puñado) que puedan pagar salarios crecientes, con el pago correcto de impuestos para financiar más salud, educación y seguridad para la mayoría de la población. Exige regulaciones para proteger a los ciudadanos y consumidores y para evitar la excesiva concentración de la riqueza y el poder y los abusos que genera. Reducir la desigualdad para disminuir la pobreza es fundamental en una democracia, que debiera asegurar el bienestar y riqueza de las mayorías, y no de una minoría.

fuentesknight@yahoo.com

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