EDITORIAL

Atasco educativo tiene nombres y apellidos

Sí, el grave estado de la educación pública en Guatemala tiene muchos nombres y apellidos, empezando por los de tantos niños y niñas que pasaron de grado en los registros pero no cuentan con los conocimientos suficientes. Los rezagos causados por la pandemia hicieron reacción en cadena con extendidas y prolongadas deficiencias docentes, las carencias de infraestructura y mobiliario, la falta de tecnología en las aulas en plena era digital, las disfuncionalidades en supervisión y la distorsión acomodaticia de la función ministerial, al punto que se llegan a premiar resultados mediocres en lugar de exigir cuentas.

Por supuesto, también pesa el lastre de una dirigencia sindical devenida en ariete y distractor según convenga. En lugar de ser garante del desarrollo de una carrera docente basada en meritocracia, procura aumentos salariales sin evaluación de rendimiento, deja espacio para otorgar plazas a dedo y mantiene prebendas a través de lesivos pactos, el último de los cuales fue firmado a escondidas de la ciudadanía por la actual ministra Claudia Ruiz, en marzo del año pasado.

En estas condiciones llegan otra vez las elecciones, con un abundante combo de presidenciables que se aprestan a abrir su abanico de promesas para darse aires de grandeza y grandilocuencia. La mejora educativa nunca falta dentro de esos discursos correctos para ganar votos, pero sucesivos resultados y continuas alianzas con el ubicuo dirigente magisterial Joviel Acevedo terminan dejando de lado la implementación de una transformación consistente y una renovación didáctica integral, que aborde el estado físico de los planteles, monitoree el desempeño de los maestros y potencie las inteligencias estudiantiles.

Por eso es de importancia crucial el informe Perspectivas de la Educación en Guatemala, desarrollado por la Gran Campaña por la Educación y la Mesa Interinstitucional de Innovación Educativa, para identificar las acciones impostergables para salir de la actual inercia y emprender una mejora en cobertura, acceso, permanencia en las aulas y calidad verificable del aprendizaje. Según ambas entidades, este documento será propuesto a partidos políticos y candidatos como una hoja de ruta para unificar prioridades, dada la gravedad de la crisis, con escasos avances en habilidad matemática y comprensión lectora, así como imperdonables brechas en el dominio de otras materias.

No hay tiempo que perder ni margen para dejar que otro gobierno vuelva a firmar otro pacto dañoso y conformista. Para ello, la ciudadanía e instituciones cívicas deben abrazar las directrices ahí contenidas para que los aspirantes presidenciales se comprometan a emprenderlas y a darles seguimiento con visión de Estado.

A estas alturas de la historia es vergonzoso que los gobiernos esgriman excusas para justificar la falta de escritorios, el estado ruinoso de tantos planteles, la carencia de conectividad digital para fines educativos o la falta de docentes en áreas urbanas y rurales donde un solo maestro atiende a más de 50 alumnos. Al aludir a esto cabe resaltar que existen docentes con mística, sentido del deber y excelencia profesional. Ello contrasta con aquellas plazas otorgadas a pedido clientelar de diputados, gobernadores o alcaldes, obviando aptitudes. Así que en junio próximo la elección del ciudadano debería ser entre nombres y apellidos de quienes se comprometan con la trasformación educativa total, y quienes no.

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