EDITORIAL

Evolución, no concesión

Todavía quedan mentes retrógradas para las cuales la mujer está detrás, debajo, sometida al hombre, un pensamiento que no solo es rebatible, sino totalmente absurdo y hasta deleznable a la luz de los enormes aportes en ciencia, política, artes, industria, comercio, creatividad e incluso en la vida cotidiana, generados por las mujeres a lo largo de la historia.

Todos los prejuicios y conceptos discriminatorios hacia cualquier mujer tienen un error de principio: de ellas proviene la vida, su gestación y alumbramiento, por lo cual, no solo es insensato, sino ilógico querer restar importancia a su papel en el desarrollo de la humanidad, la transmisión de la cultura y la continuidad de los grandes valores que sostienen la civilización.

Hace apenas 45 años se instituyó internacionalmente por primera vez un día dedicado a exaltar el papel de la mujer sobre la base de diversas reivindicaciones y tragedias, de las cuales es imposible no citar la marcha de costureras en Nueva York del 8 de marzo de 1857, quienes reclamaban por los salarios bajos y las inhumanas condiciones laborales.

Fueron detenidas en un intento por acallar sus peticiones. El efecto no fue inmediato. Medio siglo después, el 8 de marzo de 1908, cientos de trabajadoras de una fábrica protestaron bajo las mismas reivindicaciones. Se les encerró adentro de la fábrica y se desató un trágico incendio que segó sus vidas mas no sus ideales. Fue así como esta fecha se convertiría en ocasión propicia para valorar, exaltar y defender el valor del aporte femenino a la sociedad, aunque deberían pasar otros 67 años para que se le declarase Día Internacional de la Mujer, que este año tiene como lema “Soy de la Generación Igualdad”, un tema que busca conmemorar el 25 aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing: la hoja de ruta más progresista para el empoderamiento de las mujeres y las niñas en todo el mundo, la cual pese a su vehemencia sigue sin lograr su cometido. Existen avances, pero cabe señalar que, dolorosamente, aún hay rezagos notables en cuanto al acceso a educación y salud, oportunidades de inserción económica, participación política o equidad laboral.

Coincidentemente hoy se cumplen tres años del incendio del mal llamado Hogar Seguro a cargo de la Presidencia de la República, en el cual murieron calcinadas 41 menores de edad que no se estaban recluidas por acciones en conflicto con la ley sino por vulnerabilidad ante maltrato familiar, abusos sexuales y carencia de familiares. Perecieron encerradas por reclamar mejores tratos y por denunciar ultrajes, situaciones que aún no han sido plenamente esclarecidas ni investigadas. Recientemente, la Corte Suprema de Justicia negó, una vez más, la posibilidad de investigar al expresidente Jimmy Morales por su posible responsabilidad en el mal manejo de la crisis aquella infausta noche del 7 de marzo del 2017. Sin entrar a conocer, la CSJ le mantuvo la inmunidad, pese a la magnitud del siniestro y a la negligencia con la cual se manejó el asunto. Dicha denegatoria exhibe cómo en este país aún hace falta otorgar su justo valor a las niñas, las jóvenes y las mujeres que buscan un mejor porvenir, no como una concesión o como una cuota arbitraria, sino como fruto de la evolución de una sociedad lastrada por tristes muestras de machismo, prejuicios, paternalismo político e ignorancia.

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