EDITORIAL

Noches de superación

En los últimos tres años se registra una caída del 35% en la inscripción de estudiantes en la jornada nocturna en los niveles de primaria, secundaria y diversificado. En 2019 había 15 mil 932, según datos del Mineduc, y en la actualidad, 9 mil 965. La pandemia fue un fuerte golpe, pero a raíz de esta se han producido complicaciones adicionales como la escasez de transporte colectivo en horas de la noche o el alto costo de las opciones existentes.

El asedio de la delincuencia, las exigencias laborales, situaciones familiares e incluso la migración hacia Estados Unidos también impactan en este drástico descenso de inscritos, que en su gran mayoría son adultos. Se dice en mayoría porque a raíz de la pandemia se ha registrado un incremento en la inscripción de menores en grados de primaria, lo cual ha sido motivo de controversia porque la jornada nocturna se diseñó metodológicamente para aplicar la andragogía y no tanto la pedagogía. Usualmente son adolescentes que trabajan para aportar al hogar quienes se inscriben en este horario.

En todo caso, se trata de una jornada educativa que desde hace muchas décadas constituye toda una clase magistral acerca del afán de superación personal y búsqueda de metas por lo general relacionadas con el deseo de llegar a cursar una carrera técnica o universitaria, ya sea para emprender posteriormente un negocio o para lograr mejores oportunidades de remuneración.

Es así como al conversar con estudiantes que acuden a alguno de los 199 establecimientos que funcionan por la noche es común escuchar historias de privaciones y dificultades, sobre todo asociadas a la pobreza o a la falta de cobertura en sus regiones de origen. Las cohortes de alumnos van avanzando y ello causa algunas situaciones de hacinamiento. Según datos del Mineduc, la primaria nocturna reportó mil 267 inscritos para 30 planteles; sin embargo, para el ciclo básico son mil 670 en 17 institutos, con lo cual el promedio es de 98 por centro educativo. Para bachillerato solo funcionan 12 planteles y el promedio de la matrícula es de 70. Estas cifras pueden servir para analizar la distribución de los edificios o bien la implementación de nuevas modalidades de enseñanza.

Los jóvenes y adultos que acuden a la jornada nocturna tienen mejor claridad de objetivos y acceso a internet, por lo cual debería implementarse un modelo híbrido que convierta las sesiones presenciales en espacios de tutoría y evaluación, a fin de permitir la ejecución de tareas y lecturas en horarios que se acomoden a la rutina de cada persona, sin perder por ello su efectividad.

Es posible que muchos estudiantes hayan migrado de las clases de noche a programas ofrecidos en fines de semana o jornada dominical, lo cual refuerza la tesis del trabajo dirigido a distancia.

En todo caso, lo que se necesita es replantear herramientas y metodologías, así como impulsar el retorno a las aulas entre vendedores informales, trabajadoras de casa particular, albañiles y obreros del sector primario, para motivarlos a labrarse un porvenir más promisorio. Se cuentan por miles los profesionales que lograron culminar el diversificado en jornada nocturna. Trabajaban de día y sacrificaban el descanso para dedicarlo a su intelecto y a sus más caros anhelos de triunfo.

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